Durante todos estos años y gracias a vuestra ausencia, he podido ser justo: establecer la mínima distancia necesaria que me permita ecuanimidad en la memoria, más allá de caprichos o afinidades sólo teóricas, retóricas.

Fundamentalmente las Malas memorias estarán articuladas en torno a cinco referencias, aunque no de manera formal, explícita ni sistemática. Se trata de ‘principios inspiradores’ a partir de los cuales construir un crisol inaprehensible.

• Antropología intuicionista: consiste en pensar sobre el pensamiento: requesón. Sublimar el queso: repensar.
• Aplicar la proporción áurea a las memorias.
• Árbol geneabsurdo: enraizado en una realidad que no por incomprensible debe ser renunciable.
• Psicomagia^[1].
• Además de todo lo antedicho, téngase en cuenta también la economía como herramienta; aquí se utiliza de una forma paradójicamente torticera… porque “pagar antes de leer” es tratar la cultura como si fuera objeto de supermercado; pero “pagar después de leer”... como si fuera producto de restaurante.

En realidad se trataría de esto, pues requiere del trabajo previo que convierte la materia prima en manjar elaborado. Además comporta una alimentación del alma imposible de medir en kilocalorías; el alma no engorda, puede ser nutrida de manera infinita sin perjuicio alguno… salvo empachos, indigestiones o dosificación inadecuada.

De ahí la carga peyorativa que conlleva la relación del público con los productos culturales (sin duda, contaminada por el espíritu capitalista); esto debería cambiar para que lo hiciera la cultura misma. Al público (literario) habría que darle la obra gratis en la esperanza de que su reconocimiento sea una recompensa voluntaria hacia el producto que lo merezca; sin miedo al fracaso, pero sin la esperanza del negocio (muchas veces, timo encubierto).

El mundo virtual permite ya publicar sin costes... ¿por qué repercutir en el/la lector@ gastos prescindibles? Que ést@ lea y (si quiere o puede) pague a partir de una ética cultural hasta ahora inexistente, pero imprescindible en el futuro.

     Ernesto Laguna confía en sus productos.

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tú eliges, tú decides.

Que nadie te engañe…

El arte se lo salta todo... hel arte es morirte de frío.

[1] Entroncando con la inmensa aportación de Jodorowsky.