First

Disco

 

Samarcanda

´82

´83

 548

             

 

El First fue todo un acontecimiento para una vida que en cierto sentido empezaba, la mía. Porque inauguraba senderos hasta ese momento inimaginables. Tiempo: año ’82 u ’83, fiesta de fin de curso en el Instituto Tele Visión. Lugar: el First.

Una discoteca, claro: eran los ’80, no podía ser de otra manera. No recuerdo si bailé, probablemente no porque estaba demasiado ocupado con otras cosas, era mi “puesta de largo” en la noche maracandesa… Imposible para mí imaginar lo que vendría después, con el paso de los años. Pero aquel día, plagado de emociones y novedades, ya era importante por sí mismo.

Recuerdo las luces rojizas a la puerta, nervios esperando a los compañeros para entrar. También las escaleras y la emoción indescriptible de estar traspasando la frontera de algo nuevo. La vida real, la de verdad, lejos ya de las escaramuzas adolescentes.

Probablemente no estábamos, y menos yo, preparados para este “ritual de paso” que le llamarían los antropólogos. Pero en aquel momento resultaba indiferente… nos esperaba la noche, con todos sus detalles. Antes de entrar, durante la cena en el chino, Vicente GAMA nos enseñaba su arsenal: unas chinas con las que hacer algún porro más tarde.

Yo jamás había visto nada semejante. Sólo la situación ya me resultaba algo onírico. Con el entusiasmo de la fiesta, los nervios por encontrarnos allí, de noche… acompañados de quienes durante el día eran compañeros de pupitre, de patio… parecía que la noche daba vueltas.

Poco más podría decir de aquella velada: en mi estreno como alternador, recuerdo haber pedido[1] un Bitter Kas sin alcohol con ginebra. Combinado estrambótico con el que llamar la atención. Hacerme notar en una vorágine que nos arrastraba sin remedio hacia un mundo nuevo, el de los adultos. Tan seductor como desconocido.

Allí consumimos la noche, en un sitio de los entonces llamados pijos: aunque yo aún no entendiera el significado profundo de semejantes clasificaciones.

Aquella primera toma de contacto con el ambiente nocturno era ante todo un aprendizaje, un rodaje. Aparte de algunos escarceos y ejercicios posteriores, hasta el ’85 no llegué a zambullirme por completo en aquel líquido viscoso y oscuro que se denominaba “la noche maracandesa”.

Haber superado con éxito una velada nocturna en el First era vitalmente mucho más importante que aprobar cualquier examen. Era llevar indeleble ya para siempre una medalla tatuada en el currículum. Un pequeño paso para cualquiera que lo viese desde fuera, pero una zancada inmensa hacia una vida nueva.

 


 



[1] La entrada incluía consumición, claro.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta