Los jamelgos

Pub

 

Samarcanda

´80

´88

466

             

 

Puede que la puerta lo identificara con un pub y así fuera considerado comercialmente, pero en realidad Los jamelgos era un agujero negro. Dicho sea esto como terminología científica, vocablo cósmico trasladado al universo humano de la noche maracandesa[1].

Durante las eternas noches esteparias, inagotables y frías de Samarcanda, Los jamelgos era un rincón de ocre verdoso que guardaba, tras sus cristales cuadrados y multicolores, un rincón de comprensión para las almas atormentadas. Sobre todo las de los pobres machos más o menos descarriados. Muchas veces solteros, pero otras muchas exiliados de su propio domicilio.

Recalaban en Los jamelgos para ahogar levemente las penas, quizás sólo empaparlas. Allí, entre los brazos del jazz como refugio para incomprensiones pequeñoburguesas, dejaban que las horas se fueran consumiendo… o eran ellos mismos quienes se consumían entre las horas de una madrugada inhóspita, de incomprensión.

Sólo la puerta de Los jamelgos… vista desde fuera ya imponía respeto. Traspasarla resultaba casi una hazaña. Daba la impresión de ser un santuario cuyos monjes se conocen entre sí y recelan de los extraños.

Los jamelgos estaba en los dominios reservados en Samarcanda para la clase media. Nada de elementos marginales. Era un negocio cuyo fin tenían tan claro los clientes como los dueños. El refugio imprescindible donde realizar el famoso ritual del descanso del guerrero.

Por tanto, un territorio prohibido para quienes jóvenes y forasteros, vivíamos en el universo inconsciente de la noche. Los jamelgos era sobre todo un sitio para señores. Con todas las letras.




[1] Por supuesto, salvando las distancias de años-luz. Una metáfora.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta