5. Análisis del entorno

 

5.5. Sabiduría

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Vivíamos en la frontera, constantemente: era un terreno de nadie que podría resumirse en una duda, germen de la existencia misma: ¿qué es la felicidad, hacer lo que te gusta o gustarte lo que haces? Sin duda era el paraíso, porque la investigación sobre el tema era constante, absorbente, monopolizadora: total.

El espacio mayúsculo en el teclado y el vacío en la vida. Las últimas ramificaciones de nuestra vida estaban llenas de ese amor a la sabiduría que provoca la identificación de los dos elementos de la pregunta, que incluso le da nombre a la Facultad de Filosofía: es la felicidad más provisional y frágil, pero también la más profunda, pues posee la entrega incondicional.

Claro, que todo este tipo de cuestiones absolutas resultaban ciertamente ajenas y herméticas para el resto de los mortales, lejanos de la filosofía. Preocupados por materialismos y hedonismos, su duda con respecto a nuestro colectivo se reducía a una sola cosa: aquél o aquélla que por azar tenían enfrente ¿era pesad@ porque se había hecho filósof@ o al revés? La eterna pregunta de la Facultad: ¿cuál era la causa y cuál el efecto?

En el trasfondo más íntimo, nuestra Facultad tenía un seno poliédrico: allí cabían tod@s, siempre y cuando quisieran estar realmente, por encima de todo. Desde el rebelde (contestatario) al descerebrado (ido); en esencia, podríamos preguntarnos cuál de los dos es el verdadero loco socialmente considerado. Pero resulta irrelevante, pues lo que ahora nos importa es observar cómo el género humano se esconde a sí mismo sus ignorancias, apartando de su lado la sabiduría como si fuera una dolencia y arrinconándola en un reducto marginal. Allí estábamos nosotr@s.


 

Sonido

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