6. Pro-boca-ción

   

6.3. Radiografía

 

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Como transcurrían los días inanes, sin que ningún suceso puntual viniera a convertir mi vida en algo extraordinario, poco a poco asumí la cotidianidad del aburrimiento… o al menos, de la ordinariez en el sentido más noble de la palabra. Así, casi inconscientemente, fui modificando la existencia de manera paulatina: buscando con la intuición hacer de mi vida algo extraordinario a cada momento. Está claro que esto me llevaba a ambientes marginales por definición, pero además teñidos de afanes intelectuales, puesto que lo común se encontraba dominado por lo contrario.

El resultado viene a ser casi un corolario, el resultado de una fórmula matemática del alma: marginalidad + intelectualidad = arte. Teñido de desencanto y negatividad al definirse por oposición, pero cargado de creatividad y reinvención del mundo al contener un universo alternativo.

Conjugar el arte como un verbo se convirtió en una especie de búsqueda de la piedra filosofal, alejándome así (dentro de aquella élite maldita) del grueso de los integrantes o habitantes de semejante submundo… no es que buscara mis diferencias con el resto por miedo a perder mi personalidad insatisfecha, sino que constataba el abismo que me separaba de toda aquella pobre gente tan maldita como troquelada por un mismo patrón: finalmente, el de sentirse insatisfech@s con el mundo y su organización social.

La desembocadura de semejante galimatías, en el que yo era maldecido por los malditos (pues no me plegaba a sus esquemas primarios y maniqueos), sólo podía provenir de lo inaprehensible: el arte mismo en su propia esencia. Y así, conjugar el arte como el verbo que es –aunque disfrazado de sustantivo, sumergido en el infinito y alejado del infinitivo– acabó siendo mi tarea constante, casi un trabajo sin nada que envidiar a los de Hércules.

Dicha tarea estaba poblada, al igual que las sendas trazadas en la selva, de infinidad de obstáculos: maleza que a cada instante era necesario ir apartando con el machete para poder avanzar mínimamente entre barreras de todo tipo… muchas veces, disfrazadas de tentaciones pero otras simplemente repulsivas. Digamos que la traición disfrazada de tentación jalonaba una vida así diseñada: el magnetismo de mil abismos.

La conciencia de haber caído en un universo atrapante como unas arenas movedizas, una tela de araña o un bucle obsesivo de pensamiento y hechos que recordaban a Sísifo o al eterno retorno… así podría resumirse el entorno a mi alrededor. Muchas veces se trataba de trampas que me había puesto yo a mí mismo sin sospechar que la futura víctima sería yo (pues no pensaba llegar a transitar ese paisaje), pero en otras ocasiones se trataba de cebos o anzuelos que la realidad o sus habitantes se complacían en poner ante mis ojos. En fin, me encontraba conscientemente atrapado por una realidad que no podía ser de otra manera, puesto que –recordémoslo– era la alternativa que me tocaba; la salida de emergencia gracias a la que había conseguido sobrevivir, pero que ahora me atrapaba: metamorfoseada como un reproche del futuro, un reflejo de mis sueños en mis propias barbas. “¿No te gustaba aquella realidad? Pues aquí tienes la tuya: peor que antes, porque ahora ya no te queda ni la esperanza”… parecía decirme aquella realidad, doblemente pacata.

La normal, caía por su propio peso… y la alternativa resultaba ser un cajón de sastre al que iba a parar todo lo inclasificable que no cabía en la primera, un desastre de cajón lleno de quincalla y desencanto que muchas veces se zambullía en universos tan alejados del arte como la normalidad misma. Los mismos perros con distintos collares.

Resulta fácil escapar de la realidad inmediata, creedlo: hay mil puertas, mil salidas esperando clientela. Tentaciones para insatisfechos prometen mil realidades diferentes con folletos de viajes llenos de coloridas fotos y textos seductores… recuerdan tanto a las promesas de los políticos que no resulta extraño que acaben desembocando –igual que éstas– en un mar plagado de tiburones cuyo rostro no es otro que el de la realidad inmediata, una vez que ha caído su máscara y ya resulta invisible para nuestros ojos. Así que esa escapatoria no es más que aparente, un trampantojo: como en el cuento medieval de L’Ille Adam “la esperanza resulta ser una parte de la tortura”.

Por consiguiente, una vez comprobado que la escapatoria no era sino una forma más de la misma trampa, ¿qué me quedaba? Sólo una posibilidad, remota como un resquicio: crear un mundo alternativo, convertirme en Dios. Torpemente lo intenté de forma material, buscando la manera de construir, erigir un rincón excepcional en el mundo material… reducto donde habitara el arte en toda su expresión, apartado del mundanal ruido: aunque rodeado de él, sin contaminarse. Pero no fue más que el manoteo de quien se ahoga, tan diferente de lo que en realidad es nadar…

Quizás si no hubiera aparecido ella, yo habría acabado sucumbiendo a mi propia enredadera: lo material me iba hundiendo cada vez más en aquel fangal movedizo de infinitas formas y disfraces. Mesy llegó, como una tercera dimensión para mí, hasta entonces succionado día tras día por una realidad bidimensional: un plano que llenaba incluso los electroencefalogramas. Ofreciéndome la escalera desde el extremo de aquel helicóptero en mitad de la tormenta, sin pedirme siquiera el pasaporte… Mesy me invitó a entrar en su habitáculo, participar de su mundo. Trepé como un endemoniado, pleno de dicha (por encontrar una salida hacia el paraíso) y agradecimiento (al ver cómo me entregaba de manera altruista el paraíso mismo); salí de aquella tormenta como alma que lleva el Diablo.

Durante el tiempo que abarcan las presentes memorias: gente a la que encontraba mientras iba buscando a otra, desconocida. Pero desde que Mesy y yo nos encontramos ya no busco, descubro.

Entonces sí, los dos, creamos realmente un mundo alternativo: pero no material, sino espíritu puro. Lejos de las pacatas coordenadas al uso, reinventando los idiomas y haciendo de la vida un arte constante: tan infinito como inclasificable. En cierto modo, inexplicable… estas líneas sólo son un torpe esbozo, un dibujo en 3D garabateado por la tinta china mientras se va precipitando en un universo de agua.

En el fondo esta obra sólo es un pequeño homenaje a tus infinitas paciencia y comprensión. Contigo todo.

RIPIO HETERODOXO

Salir riendo a la palestra

destra (sic) condena a muerte

que es la vida.


 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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