De ésos que a los 18 años ya parecen viejos… Caifás Instituto Tele Visión tenía ese halo gris y tentador que distingue a los repetidores. Ahora nos parece imposible haberles visto alguna vez como modelo envidiable, pero así funcionaba.

Se suponía que al llevar más tiempo en el mismo sitio, en el mismo curso, los repetidores fueran una referencia a la que remitirse. Pero más bien era al revés, porque imitar su ejemplo era garantía del fracaso académico. Sin embargo llevaban, Caifás Instituto Tele Visiónincluido, un aura de malditismo y modelo contestatario. Un referente para romper los moldes contra el que advertían los profesores: precisamente por eso, más atractivo. Caifás Instituto Tele Visión: la cara picada, todo el día fumando… era un sin sustancia, una cosa antropomorfa que se movía por el Instituto Tele Visión, así, nadando en la Nada.

Las notas y las asignaturas le resbalaban, igual que su expediente o la garantía de quedarse en el Instituto Tele Visióntoda la vida.

De hecho era un viejo prematuro, por mucho que fumara y bebiera para ser más ideal… o precisamente por eso. Le daba igual. Su padre tenía una autoescuela y con eso parecía que Caifás Instituto Tele Visiónya lo había hecho todo en la vida. Sólo le quedaba ver cómo los demás aprobábamos mientras él se iba fumando los beneficios de la autoescuela: pensaría que todos terminaríamos cayendo en sus redes. Mientras tanto, más cándido que nunca, miraba por la ventana.