Adriana Segoviano era una chica encantadora, fea y flaca que siempre bebía whisky DYC (segoviano) cuando estaba de copas. Nunca le reprochamos que fuera fea, por ser algo que no dependía de ella. En cambio le agradecíamos su encanto, compartiendo charlas y copas por los bares que frecuentábamos.

Si la llamábamos Adriana Segoviano era simplemente para distinguirla sin dificultad de otras Adrianas… pero las noches que coincidía con sus huesos yo olvidaba a todas las Adrianas para disfrutar del país de las maravillas que era su sonrisa.

Más de una madrugada nos descubrió el sol tomando un colacao en su casa, mientras languidecía la noche maracandesa. No importaban su dentadura defectuosa ni el andar desgarbado entre aquel territorio, puesto que reinaba la camaradería.

Desapareció igual que llegó a mis noches, sin saber por qué ni cuando: supongo que al terminar la carrera… creo que era alguna rama de Filología. Dejándome el buen sabor de boca de quien charla amablemente… sin haber llegado a besar nunca.