Cecilio

TIMO

   

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Cecilio TIMO era una joven promesa, había conseguido en poco tiempo lo que otros emplean toda su vida en lograr… y a veces ni así lo consiguen: estaba en la plantilla de la UdeS como profesor titular de alguna oscura subdivisión audiovisual de alguna Facultad dedicada a ese tipo de saberes. No digo yo que Cecilio TIMO no tuviera conocimientos concienzudos de la especialidad que le correspondía… ni lo sé ni me interesa. Simplemente me sirve como ejemplo posmoderno para ilustrar la llegada a la UdeS de una generación que[1] tenía una inmensa carencia: su falta de visión cosmológica, integradora, del arte.

Perdidos en infinitos matices técnicos y en un abanico inagotable de posibilidades de este tipo, se encontraban huérfanos: carentes de una formación básica imprescindible para poder ejercitar cuantas herramientas pone a su disposición la tecnología actual. Si se quiere decir así, eran todo cáscara: la demostración más palpable era salir de copas y encontrar a Cecilio TIMO con una sonrisa pretendidamente comprensiva permanentemente puesta. En realidad intentaba sin éxito disimular la sorpresa: por descubrir a su alrededor gentes más o menos sencillas, pero tocadas por la Fortuna al disfrutar de la noche desde una existencia alternativa y creativa.

El gesto natural de Cecilio TIMO era de cerveza en la mano, media sonrisa[2] y gran distancia con la vida: como si fuera un espectador que disfrutaba del espectáculo sin implicarse en la movida.

Las ocasiones en las que compartí con Cecilio TIMO algún tipo de diálogo, éste se redujo a cuestiones peregrinas o genéricas, superficiales, tangenciales. Jamás a problemáticas estéticas, de concepción del universo y su transcendencia para el arte… ni nada parecido. Era como si Cecilio TIMO poseyera una piel resbaladiza que le hiciera repeler intuitivamente semejantes ámbitos… supongo que se trataba de una especie de instinto de supervivencia que le permitiese pasar desapercibido. Continuar en un papel usurpado a la realidad: el suyo, moviéndose en ámbitos en los que el intelecto no se mide académicamente.

Para trabajar dentro de la UdeS, imagino que ya llevaba su lección bien aprendida: ésta consistiría en citar a los autores que dominaba y así arrimar el ascua a su sardina… que pareciera lo suficientemente asada. Pero aquello no tenía nada que ver con la sabiduría real y todos lo sabíamos… quizás de ahí su huida sistemática de cualquier terreno en el que a la primera de cambio pudiera pillarse los dedos.

Cecilio TIMO era un componente de la plantilla de la UdeS y eso le otorgaba pedigree en muchos ámbitos, pero no en el mío. Además, venir recomendado por Marina PATA, lejos de ser una garantía: resultaba sospechoso. Por todo ello Cecilio TIMO intentaba estar relacionado con La Tapadera pero sin integrarse por completo… no fuera a darse la circunstancia de que, a pesar de ser reconocido académicamente, pudiera desenmascarársele desde instancias alternativas… Por otra parte es lo que tradicionalmente ha ocurrido en lo que a la UdeS se refiere.

Cecilio TIMO pertenecía a una generación nueva, que pretendía no caer en esos mismos errores: los que de hecho habían acabado apartando a la UdeS de la vida. Sin embargo, él mismo era consciente de lo poco que tenía que ofrecer a la creatividad en general: se había parapetado tras aquella fachada de cartón-piedra que era su trabajo académico, socialmente reconocido.

La casa de Cecilio TIMO estaba repleta de cachivaches: mesa de edición en vídeo, películas en múltiples formatos, reproducciones ilustradas de clásicos… todo un caos con apariencia underground para intentar camuflar el vacío entre estanterías repletas de trastos. Una especie de horror vacui en versión contemporánea.

En otras palabras, Cecilio TIMO podía ser técnicamente válido, no dudo de ello… pero no era creativo. A lo más que llegaba era a combinar técnicas de manera original: pero el contenido ideológico o estético era nulo. Obras vanas. Cecilio TIMO, en dos palabras, estaba vacío. Pero se lo ocultaba a sí mismo, tenía tanto miedo de admitirlo que seguramente jamás haya podido combatir dicho vacío: a lo más que habrá llegado es a llenarse corporalmente de cervezas… engordando así su cuerpo a falta de contenido en su cabeza.



[1] Estando o no preparada en lo suyo.

[2] A caballo entre la comprensión y el escepticismo.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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