Cocoliso C

 

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El pedestal como concepto, la idealización de lo desconocido. Esto era lo que representaba aquel individuo. A Cocoliso C sólo le vi una vez y de lejos, aunque le conocía por infinitas referencias.

Me pareció sólo un hippie, del subgrupo de los guarros[1]. Para Dolores BABÁ había sido un referente sentimental de sus veranos en el pueblo, donde veraneaba Cocoliso C. Dolores BABÁ vivía allí todo el año, con lo que esto significaba entre ellos de relación desigual. Cocoliso C llevaba allí cada estío novedades de la ciudad, tenía un aspecto lo suficientemente maldito como para atraer a las quinceañeras ávidas de lo contestatario. Más aún en un pueblo como éste… pequeño y solitario: frío.

Para ellas aquello era la diversión garantizada tres meses al año. Si contamos con que también influía en el asunto todo el entorno hormonal en plena ebullición… Cuando Dolores BABÁ me hablaba de Cocoliso C me invadía una sensación de impotencia, porque no se puede luchar contra los fantasmas.

Yo había llegado unos años tarde y había perdido la batalla hacía mucho, antes de empezar la guerra. Yo sólo era pobre materia, mientras aquel arquetipo[2] era toda una institución, casi un tótem. Había conseguido ir más allá, trascender la materia en la mentalidad primitiva. A Dolores BABÁ una vez le hizo caso Dios… y se llamaba Cocoliso C.



[1] Que después evolucionaría hacia el grunge.

[2] No lo era en la realidad, sólo en las mentes adolescentes: ávidas de modelos que imitar.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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