Aunque Esmeralda Fin de siglo tenía el gesto agrio, en contadas ocasiones la vi cabreada. Era algo arisca, eso sí. Con el gesto que tienen las mujeres que odian la regla como parte de su condición femenina, pero renegando sólo de eso, a gusto con lo demás de su feminidad.

Formaba parte de la decoración del Fin de siglo, como buena hermana de Tina Fin de siglo que era. Formaban un equipo gracias al que habían conseguido salir del pueblo. Ellas lo sabían, así que ponían mucho cuidado en no caer en la trampa del regreso.

Por eso Esmeralda Fin de siglo estudiaba Filología inglesa, con esa proyección anglófila de quien desea perder de vista la garantía de muerte que significa la paz del pueblo, tan similar a la de los cementerios.

Esmeralda Fin de siglo no era excesivamente inteligente pero tampoco le preocupaba. Por este motivo seguramente había desarrollado una vida feliz: como la que aguarda con frecuencia a quienes no tienen muchas luces.

Reía con el rock, por eso su novio tenía tupé… o por eso tenía un novio con tupé, no lo sé. Tan risueños ambos como las tardes grises en las que consumían su juventud, como si no pasara nada… como si la vida no fuera con ellos.

Esmeralda Fin de siglo estaba contenta porque podía. Se había librado del infierno, aunque para eso hubiera tenido que abrazar el purgatorio. Al fin, un mal menor… como la vida misma que le esperaba entre (j)aulas prefabricadas y esquemas heredados.