GAMOSO

 

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GAMOSO era el típico profesor que levita por encima de los alumnos… Aunque en aquella época ya no hubiera tarima[1], resulta ser todo un símbolo. Un objeto que aún sobrevive en esas mentalidades ancladas en una hipotética superioridad: la suya, claro.

GAMOSO era el típico profesor tan propio de los ’80. Sacaba de una carpeta sus apuntes amarillos sin sonrojo. Con ellos torturaba a la concurrencia. Eran una declaración de principios. Para su fortuna aún no había nacido Internet, lo que le permitía campar a sus anchas por territorios deleznables para el común de los mortales. GAMOSO era un catedrático de universidad y con esto queda todo dicho. Era la encarnación de la verdad absoluta. Al menos eso habría sentenciado cualquier tribunal calificador en cualquier rincón del mundo.

Su dominio era la Metafísica, motivo por el que jamás podría pisotearle nadie su jardín indemostrable. GAMOSO era una especie de Dios en su espacio reducido. Era el dios de un mundo en el que empezaba por demostrarse la existencia de Dios y a partir de ahí todo lo demás venía por añadidura.

Si hubiera que resumir en dos palabras todo el universo de GAMOSO, como síntesis de todas sus pajas mentales… éstas serían fascismo y teología. O al revés… o un solo concepto que las englobe… ¡qué más da!

Paseaba por los dominios de lo que algún día fue su feudo[2] como el terrateniente que generosamente se acerca a sus esclavos. Tratándoles casi como si fueran sus iguales en una demostración de superioridad. Pero GAMOSO era un intolerante y sólo necesitaba cualquier excusa para demostrarlo. Lo hacía a la primera de cambio.

Por ejemplo, presidiendo una conferencia sobre Metafísica y negándoles la palabra a quienes no compartían sus ideas. Eso lo vi yo, no me lo contaron… O planificando un curso entero[3] para explicar un discurso escolástico disfrazado de demostración racional. A nosotros, como alumnos, nos reservaba el papel de víctimas. Total, para GAMOSO sólo éramos seres humanos de segunda categoría…

En aquella época, en la Facultad de Filosofía había dos grupos de docentes: los curas “en ejercicio”[4] y los curas “renegados”[5]. GAMOSO era de los primeros, lo que ante su criterio le otorgaba el privilegio de colocar, según comentaban, a su amante[6] dentro del Departamento. Mediante el subterfugio de pretendidos criterios de supuesta objetividad.

El olor a rancio que desprendía el traje de GAMOSO, su personalidad orgullosa de provincianismo… curiosamente eran efluvios metafísicos que emanaban de su persona. Se veían compensados por la mirada de unos ojillos de animal indefenso. Iban parapetados tras las gafas de culo de vaso y una cara de nochevieja.

Pero había encontrado la forma de reciclarse como ganador. Esto dice muy poco en favor de una sociedad que lo permite, cuando no lo potencia. A fuerza de machacar seres “inferiores”, había llegado a pensarse realmente “superior”. A buen seguro, este síndrome tendrá un nombre científico.



[1] Ese pedestal abolido por alguna reforma educativa.

[2]¡Si hasta llegó a ser Decano de la Facultad!

[3] Como hizo con nosotros, pobres cobayas, en Tercero de carrera.

[4] Mentalidad, no trabajo, ¿eh?

[5] Casi siempre, huidos del seminario antes de coronar la faena.

 

 

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