Hermana de Venancio Picoleto

 

´88

 356

 
             

 

Resulta un cruel destino ser feo. Finalmente uno acaba por no saber si lo que hace está condicionado por esa característica… Acaba dudando de sí mismo. ¡Hasta qué punto nos falta libertad cuando creemos hacer lo que nos da la gana!

Como a mí, imagino que otro tanto le pasaba a la Hermana de Venancio Picoleto. Algo similar tendría lugar en su cabeza. No recuerdo el nombre de ella, puede que fuera María… La conocí porque era la hermana de un novio picoleto que tuvo Marilyn Hermana. Así, por cuñadismo, coincidimos un par de veces en algún bar, con las circunstancias propicias… Y pasó: nos pusimos “al tema”. Supongo que un poco por experimentar y otro poco por aburrimiento o calentura propia de la edad.

Aunque fuera fea, la Hermana de Venancio Picoleto tampoco me disgustaba. Tenía un gesto de desapego casi existencial hacia el mundo, aunque no se correspondía muy bien con la realidad… En el asunto de los morreos y magreos entre cervezas era bastante entusiasta, lo que no acaba de corresponder exactamente con el perfil del pasota. Con esa fruición, ese afán que ponen los recién nacidos al mundo de los besos… en los besos mismos…

Lo cierto es que compartimos unas cuantas noches. No sabría decir exactamente cuántas, pero con seguridad más de dos. De entusiasmos eróticos, conversaciones un poco genéricas y estándar… La cosa iba pasando a mayores, in crescendo. Creo que fue la última noche cuando estuve metiéndole mano[1]. Mi intuición inconsciente me trajo a la realidad: el consciente no estaba… Algo así debió de pasarle también a la Hermana de Venancio Picoleto, porque no volvimos a vernos ni a llamarnos. La cruel Nada.



[1] Aprovechando la oscuridad del Trueno.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta