Irene

 

Maniquete

Samarcanda

´91

´92

364

             

 

Irene Maniquete era una chica tan guapa como flaca. Llegué a conocerla por una casualidad estética: solía llevar mitones.

Allá por el año ’91, cuando Valentín Hermano y yo empezamos a popularizar aquella costumbre durante las peregrinaciones nocturnas. Coincidió que Irene Maniquete también solía llevarlo. Por dicho motivo acabamos acercándonos a ella[1] con esa conversación como excusa.

Irene Maniquete era una chica normal que estudiaba Turismo, sin mayores aspiraciones que su talante maracandés. No como yo, un infecto reptil babeando ciénagas de marfil. Una tarde estuvimos tomando café con Irene Maniquete en casa de su abuela, con quien vivía… Fue lo más íntimo que llegamos a hacer… Así lo descubrí. Aparte de la coincidencia en el gusto estético de manos aletargadas durante la noche, nada más me unía a Irene Maniquete ni su forma de ver el mundo.




[1] Valentín Hermano, con su característico descaro.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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