Una risa franca y cargada de ironía cómplice, compartida. Una sonrisa y una idea que aportar, siempre. Javi Flautista nunca se negaba al diálogo, por mucha diferencia de criterios que nos separase… aunque no era esto lo más corriente. Su talante combinaba la paciencia con el afán revolucionario. Era pausado, pero tenaz, con ideas claras y justas.

Aunque formara tándem con Salvador MAÑO, resultaban dos individuos perfectamente diferenciados. Javi Flautista era más reflexivo, además de ser un artista. Sin duda, quien es capaz de tener la música en sus manos, ya es ambas cosas. Javi Flautista formaba parte de ese grupo de privilegiados que pasan así sobre la faz de la tierra. Tenía música, en una palabra.

Compartir con Javi Flautista cervezas, conversaciones, apuntes, encierros, manifestaciones, ideas… resultaba siempre enriquecedor, inagotable. Desgraciadamente la carrera se termina, la gente se dispersa… Javi Flautista volvió a sus ancestros, regresó a su pueblo cargado de jotas, en Denow. A lidiar con la infinita tarea pendiente que tiene la filosofía por esas tierras, por todas las tierras, por toda la Tierra.

Seguramente a fecha de hoy Javi Flautista sigue valiendo su peso en oro. Quizás haya abandonado aquellas gafitas al estilo John Lennon, pero con toda seguridad conserva en su interior todas las músicas. Si hubiera que elegir un grupo al cual salvar en el momento del Apocalipsis final del planeta, Javi Flautista estaría entre ellos.