Justino

GILI

 

Jizzakh

´96

´98

385

             

 

A fuerza de querer ser alguien, Justino GILI llegó a creerse él mismo. Era la impostura personificada. Hasta lo que sé… en todos sus ámbitos existenciales. Puede que sepa poco, pero francamente no quiero saber más de elementos tan mezquinos. Justino GILI era, por simplificar y con ánimo puramente descriptivo, lo que en argot suele denominarse un “tontolaba”.

Para empezar era falso su nombre, aunque él lo llamaba seudónimo o algo parecido con el fin de pasar por intelectual. La primera dimensión de falsedad era el origen: la recomendación terapéutica que un buen día le hizo algún colega[1] para intentar espantar sus fantasmas. Con su imaginación estéril y característica, sólo se le ocurrió coger las primeras sílabas de nombre y apellido y ¡voilá! ya tenía seudónimo.

La segunda impostura era su lugar en el mundo. Con el seudónimo como arma arrojadiza, se dedicaba a escribir. Bueno, a garrapatear folios. Sobre la calidad de sus productos no hablaré, todo es relativo.

El tercer engaño era su perfil intelectual. Aunque a la primera de cambio se declaraba ignorante[2], Justino GILI creía que gracias a eso le estaba permitida cualquier cantada, por ignominiosa que fuera. Como el día que dijo (lo oí en directo, no es palabrería) que las cigüeñas pastan. Justino GILI era el hombre que veía pastar a las cigüeñas…

La cuarta falacia era su compromiso político y cultural. En el colmo de la gilipollez humana le llevó a ser concejal de cultura ¡de un partido de derechas!

La quinta mentira provino de una traición en toda regla. Desde La Tapadera hicimos un concurso literario que en una de sus ediciones incluyó entre los premiados y publicados a Justino GILI. Huelga decir que no estuve de acuerdo con la decisión del conjunto del jurado, al que yo también pertenecía. Así y todo, acepté deportivamente el resultado de la opinión mayoritaria. Pasados los años, a este reputado artista, Justino GILI, se le ocurrió conchabarse con una amiga y llevó la desfachatez hasta el punto de convocar un concurso literario ¡con el mismo nombre!

No seguiré enumerando golpes bajos de semejante individuo[3]. Sólo añadir, por si todo lo anterior fuera poco, que el tal Justino GILI, con un seudónimo así de cosmopolita, era de Jizzakh.

Para completar el cuadro, propio del costumbrismo del siglo XIX, una descripción. A su cara de pan de pueblo se añadía una nariz tan pequeña como colorada, cuya única finalidad era sujetar las gafas… porque de olfato, nada. La candidez de su mirada, ansiosa por tener malicia, daba al conjunto una cara de glande hipertrofiado o de semen aburrido… en el mejor de los casos.




[1] Justino GILI también era del colectivo sanitario, aunque por miedo al mítico examen de ese gremio… no pasó de ser licenciado no ejerciente.

[2] Para tener carta blanca a la hora de las sandeces, en su presencia siempre tan temprana.

[3] Imagina un cabrón tal a quien le das un premio y después tiene la desfachatez (porque es facha) de robar el nombre del concurso en el que le premiaste.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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