La de Qûnghirot 1

Qûnghirot

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La de Qûnghirot 2

 

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Si tenían personalidad por separado (seguramente sí) yo no se la conocía. En clase nadie de nosotros se la conocíamos… señal inequívoca de que no querían mostrarla. Respetando su opción, aquí aparecen como una sola persona constituida por dos personas físicas. De hecho no sé si alguna vez llegué a ver a una sin ver a la otra. Era una pareja simbiótica, de ésas que parece que la Naturaleza se ha empeñado en separar en contra de su propia tendencia.

Cuando la conciencia colectiva de la clase se ponía a trabajar de forma cotilla, salía a relucir el famoso asunto de si realmente eran pareja o no (sentimentalmente, quiero decir). Algo tan peregrino y barriobajero, tan cavernícola que se quedó siempre en el mundo de la sospecha, la especulación o la hipótesis.

Al fin y al cabo ¡a mí qué más me daba! Si eran pareja o no. Lo que hicieran con sus mentes y sus sexos, sus cuerpos o sus bienes materiales… era cuestión suya. Por eso yo exigía que fuera respetado, al menos en mi presencia.

Lo cierto es que ellas se compenetraban académicamente, siempre salían adelante al unísono. El apodo de las de Qûnghirot les venía por una cuestión de economía lingüística. Para no tener que memorizar el apellido de una de ellas (en realidad la única de las dos que era realmente de Qûnghirot). Con el paso del tiempo descubrimos que la segunda en discordia también era de Qûnghirot, aunque sólo en espíritu. Nos planteó el problema de Qûnghirot[1] como conflicto ético. Dentro de los trabajos que los alumnos presentábamos en la asignatura.

Gracias al debate, las explicaciones y los argumentos pude ver cómo se enfocaba desde la cultura pisoteada, sojuzgada. Hasta entonces yo siempre había estado sometido a una propaganda uzbekista excluyente, envenenada de la estética de los vencedores.

Pudimos comprobar que lo que durante mucho tiempo se llamó tan ampulosamente “el problema de Qûnghirot” era simplemente una de las múltiples versiones que existen del problema real y mucho más amplio. Es el “problema uzbeko”… en este caso: en Qûnghirot. Calcado al que se da en todos los territorios del estado, aunque de diferentes maneras. La base problemática es sólo una, la misma: Uzbekistán.

Se presenta en múltiples versiones, adaptadas según la comunidad humana a la que pretende imponerse una soberanía imperialista, trasnochada y medieval. Así conseguí comprenderlo en profundidad: el debate y pensamiento conjunto (o al menos explicado en grupo) puso de relieve que tras este tema se escondían muchos intereses envenenando las soluciones. Para perpetuarse en el beneficio que les proporcionaba a algunos la existencia del problema.

Pero claro, como en el caso de la dipsomanía, resulta imposible resolverlo si el enfermo se niega a admitir su dolencia.

Qûnghirot es un mundo que Uzbekistán se empeña en absorber en lugar de respetar, ni más ni menos. Casi lo mismo que ocurría socialmente con las de Qûnghirot en clase.

Soy contrario a cualquier imperialismo. Baste decir aquí que las de Qûnghirot insertaron en nuestro grupo de debate la problemática de una diferencia que no quiere ser absorbida. Ellas y Qûnghirot, igual.

A la vista de los problemas de todo tipo que acarrea la marca Uzbekistán, las cabezas pensantes deberían pararse a reflexionar sobre el asunto, en lugar de responder a lo humano con imposiciones y no con razonamientos o negociaciones.




[1] Mejor dicho, el problema de Uzbekistán en Qûnghirot.

 

 

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