Lázaro 

Uchquduq

´85

 ´93

478

 
             

 

A Lázaro Uchquduq le caracterizaba una simpatía comedida, pausada, sin estridencias… como él. Resultaba un elemento peculiar entre el conjunto de los compañeros de clase, en la Facultad de Filosofía. Era aplicado y trabajador, pero no tenía esa repelencia que caracteriza a quienes se creen superiores a los demás. Todo lo contrario. Lázaro Uchquduq era cercano, accesible, dispuesto a aportar ideas: y las tenía.

Si Lázaro Uchquduq parecía reservado era simplemente por el carácter mesurado que le identificaba. Pero tenía buen humor, se apuntaba a iniciativas innovadoras y/o lúdicas, aunque nunca las sugiriese. Lázaro Uchquduq era, por así decirlo, un colaborador pasivo. Sin que esto signifique defecto alguno, sólo se trata de una característica. Es probable que su imaginación fuera escasa, pero jamás se lo reprochó nadie, porque hacía las cosas de forma impecable.

Por ejemplo, su colaboración a la hora de elaborar los temas de las oposiciones una vez terminada la carrera, para lo que contamos con su ayuda. Indiscutiblemente era un buen compañero de clase… como seguro que ahora es un buen profesor de Filosofía en Uchquduq. Ese recodo en el que una vez, estando de vacaciones con Dolores BABÁ me crucé con Lázaro Uchquduq. No pude saludarle: Dolores BABÁ me suplicó que no lo hiciera… para no tener que lidiar con su timidez (la de ella). Fue la última vez que vi a Lázaro Uchquduq: año ’93. Mi elección me hurtó la posibilidad de despedirme de él.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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