Lidia

META

 

Chirchiq

´85

´90

459

             

 

Lidia META era una chica bajita y risueña. Agradable y con unos cautivadores ojos negros que crepitaban entre las sombras de las conversaciones cotidianas. Lidia META era inteligente y vivaracha. Después de terminar la carrera le costó muy poco empezar a dar clases, a pesar de que fue una etapa difícil para conseguirlo. Era lo suficientemente competente como para hacerlo bien. En clase durante los años que compartimos la Facultad de Filosofía era muy aplicada. Aunque no despuntara tampoco perdía comba.

Hubo una época en la que compartía piso con Remedios COLGADA y Tania Chirchiq[1]. Fue entonces cuando tuvo lugar el famoso café organizado por ellas, al que invitaron a una cantidad respetable de personas (más de treinta) con la intención de aprovechar la inmensa terraza de la que disponía su piso.

Efectivamente aquella tarde nos reunimos en su casa personas y personajes de todo tipo. Poco a poco fuimos llegando, hasta completar el aforo. Todo perfecto, salvo el pequeño detalle de que nadie hablaba.

Los minutos iban pasando y la situación cada vez resultaba más irreal, insostenible. Como en la famosa película de Buñuel… pero nuestro encierro era de silencio. Nadie se atrevía a desafiar a aquel “ángel exterminador” en una versión tan absurda. Pasaba el tiempo, la gente se miraba sin hablar. El café se iba enfriando y acabando. La situación debió de durar algo más de media hora… sin que nadie supiera atajar el suceso, abordarlo de forma conveniente para conjurarlo. Finalmente Alejandro Marcelino BOFE[2] dijo: “Bueno, pues yo me voy a ir…”

Así, inocentemente, dio el pistoletazo de salida. Inició la silenciosa peregrinación que daría como resultado una terraza igual de callada que antes, pero ahora vacía. Una desbandada.

Nos fuimos todos sin haber llegado a iniciar conversación alguna, sólo fórmulas de cortesía: llegada y despedida. Muchas veces me he preguntado por el misterio que hubo aquel día, detrás de todo aquello. Probablemente esté relacionado con los episodios de espíritus que habían tenido lugar en ocasiones, en aquel mismo domicilio. Siempre me negué a escucharlos por si las moscas, pero había tenido noticias de su existencia ya anteriormente.

En todo caso Lidia META estaba implicada en los asuntos, aunque no sé exactamente cómo.

El conjunto casaba perfectamente con la relación que Lidia META y yo manteníamos. Algo misterioso, incognoscible, pero de lo que mi instinto me invitaba a permanecer al margen. Quizás fuera el mundo de las sombras que todo conllevaba. Puede que significara ni más ni menos que entrar a formar parte del mundo real. En el extremo opuesto de aquel episodio que pasó a integrarse en el acervo popular con el nombre de “El café en casa de Remedios COLGADA”. Un suceso tan singular como Lidia META.




[1] Las tres eran de Chirchiq, para acotar más el contexto.

[2] También estaba presente como incondicional: enamorado platónico de Remedios COLGADA.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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