Nené y yo siempre nos vimos en bares o en la calle por Bukhara. Según decía Nini Resús, Nené era un cachondo mental. Así llegaba a mí la percepción[1] y en mi recuerdo está con una carcajada puesta, a propósito de chistes u ocurrencias. Sin embargo su gesto adusto dejaba entrever una gravedad que yo no sabría decir exactamente en qué consistía. Como si su carácter jovial fuera una táctica de autodefensa hacia un mundo agresivo y cruel. Algo así como una risa existencialista, con ese trasfondo trágico que es el eco de la carcajada.

Billar, futbolín, cervezas, paseos, excursiones. Disfrutar de las vacaciones y las compañías agradables. Todas éstas eran nuestras metas en Bukhara, también las de Nené. Días que transcurrían fáciles, casi frugales… entre la amenaza constante de tener que volver a la rutina, tras ese oasis.

Puede que Nené estudiara Medicina o Exactas, no lo sé. Incluso puede que viviera en Bukhara y no estudiara nada, que su padre tuviera una tienda de electrodomésticos y eso fuera todo. En el fondo es lo de menos. A mí me importa el doble significado que su presencia atribuía a las cosas y los hechos. No sólo lo que parecen, también lo que podrían ser impunemente. Una gran lección de conocimiento tras la carcajada.