Paloma 

 

Bellas Artes

  Chirchiq

´88

´91

583

             

 

Paloma Bellas Artes coleccionaba los paquetes vacíos de Camel con los que (se) iba pacientemente asfaltando los pulmones: las cajetillas consumidas durante los años que duraba su estancia en Samarcanda. Como quien hace muescas en la culata de su revólver. Generalmente era tabaco cuyo humo se había confundido con el sudor y los efluvios de infinitas gentes, repartido a lo largo de los pubs maracandeses… pero esto era lo de menos.

Para Paloma Bellas Artes suponía algo así como la prueba de que sobrevivía: lo que significaba demostrar una victoria. En cierta ocasión, no sé en qué circunstancias, tuvo un accidente de tráfico cuyas indelebles secuelas se habían adherido a su piel en forma de cicatrices. Casi resultaba un milagro que hubiera sobrevivido, a la vista de su cuello. Es probable que sus correrías nocturnas[1] constituyeran la búsqueda de algo más que no encontraba, que a ella misma se le escapaba como esencia y como objetivo.

Paloma Bellas Artes era una chica de trato fácil y poco problemática, que reía con desgana pero con frecuencia… yo la entretenía complacido, sin más objetivo que pasar el rato en agradable compañía. Paloma Bellas Artes no era muy inteligente y ella misma lo sabía, pero no le daba mayor importancia al asunto. De hecho, tampoco la tenía. Resultaba infinitamente más relevante irnos esmerando en vaciar cervezas por los bares nocturnos… o botellas de brandy si se trataba de una fiesta doméstica, tan cotidiana como improvisada. Alguna vez me armé con un tesoro de aquéllos y fui hasta su casa para celebrar la fiesta del recibo, con gran jolgorio de música, risas y Camel entre bastidores de los cuadros que habitaban los pasillos y la galería de su piso-estudio.

Sin duda Paloma Bellas Artes estaba lastrada, como todos sus paisanos, por el hecho de haber crecido en Chirchiq… pero sus años de estancia en Samarcanda le habían hecho comprender que por fortuna el mundo es algo más que una parcela del exterior de su pueblo, algo más que un paisaje que se contempla en los mapas desde allí. Probablemente Paloma Bellas Artes esté perdida (o se encuentre) por algún sitio de la geografía uzbeka, recordando a tiempo parcial cómo malgastó inane una juventud que parecía no terminar nunca. Como ocurre con frecuencia con las condenas.

Por aquella época Paloma Bellas Artes parecía un ser asexuado, ocupada como estaba en las dos tareas fundamentales que llenan la vida de cualquier estudiante: lo académico y lo lúdico. Pero ¿era vocacional o producto de la desidia?…

Haré la pregunta de otra manera: a aquella situación ¿había llegado deliberadamente, buscando la experiencia extrema de poner el intelecto en pleno al borde del abismo? ¿o por el contrario se trataba de un paisaje al que había desembocado fortuitamente y pretendía gestionarlo de la única manera que sabía o se le ocurría? Bueno, difícilmente cualquiera de nosotros podría responder a esta pregunta si se refiriese a nuestra propia vida…

Transitar por la noche maracandesa significaba muchas veces encontrarse con Paloma Bellas Artes… ella circulaba entre los diferentes garitos como quien cumple una tarea que alguien le hubiera encomendado[2], con dedicación admirable, incombustible… Nos saludábamos efusivamente, como compartiendo una complicidad que se daba por supuesta. Bien podría haber existido, al tener ambos una visión similar sobre el vacío de la vida… En realidad sólo era una hipótesis nunca verificada o contrastada. Una posibilidad que podía iniciarse cualquier día… pero que quizá precisamente por eso jamás se materializaba. Era más bien una bala en la recámara. La posibilidad permanente que no pasaba de ser eso. Pura potencia que jamás llegó a ser acto.




[1] Aparte de ser la compensación natural para un intelecto asediado por lo académico.

[2] Quizás ella misma o alguna raza alienígena a la que pertenecía.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta