Paloma

HORA

 

Zarafshon

´85

´92

585

             

 

Aunque Paloma HORA era de Filosofía, no lo parecía. Compartíamos aula, estudios, noche, aficiones, pensamientos, preocupaciones… y sin embargo, Paloma HORA estaba en clase como en una realidad ajena. Era una de esas personas que estudian sin implicarse en la carrera más de lo debido. Quizá para no sucumbir al espíritu que informa a semejante fauna, quizá por entender que son dos facetas distintas de una misma existencia, compartimentos estancos.

Lo cierto es que Paloma HORA y yo nos conocíamos y saludábamos en todas partes, pero sin mayor acercamiento. Respetar su decisión de la distancia era casi obligatorio para quien, como yo, no tenía por costumbre avasallar ni ir más allá de donde las circunstancias pedían. Yo era yo menos mi circunstancia.

Así transcurrieron los años: sin mayor trascendencia, sin mayor importancia. Con el tiempo supe que era una habitual del Ucronía… casi me sorprendió. Ya he dicho que no parecía uno de los apestados, orgullosos frecuentadores de los ghettos que la sociedad nos había reservado.

Lo más sorprendente ocurrió en el ’96. Un fin de semana que Dolores BABÁ y yo nos fuimos de excursión a Portugal[1]. Aquellos mismos días habían sido elegidos por la radio para leer uno de mis cuentos en antena. En fin, casualmente perdí la oportunidad única de semejante orgullo. Fue Paloma HORA quien me lo dijo. Sorprendente: ni por asomo la imaginaba leyendo mis cuentos… menos aún que recordara mi nombre.

Todo esto viene a demostrar hasta qué punto nos engañan nuestros prejuicios sobre las personas. Seguro que actualmente sigue pareciendo una persona normal, creo que ya entonces lo hacía.

En fin, la conclusión es clara: muchas veces la normalidad debería ser natural, pues así sería aceptada pública y socialmente. Nuestro disfraz de filósofos críticos seguramente nos ha cerrado muchas puertas que para Paloma HORA siguen abiertas.




[1] Estuvimos en Aveiro experimentando convivencias impensables con Braulio ÁMBAR, Alejandro Marcelino BOFE y Rebeca Ref. Braulio ÁMBAR.

 

 

Sonido

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