Pedro

 Oso

    Bukhara

´85

 ´89

560

             

 

Pedro el oso formaba parte de la decoración y el acompañamiento de Bukhara. Podría decirse que casi era folkore o un complemento del paisaje. Siempre nos acompañaba a las excursiones, las veladas y cualquier evento[1] porque le resultaba divertido. Cuando se trataba de entrar en bares o locales públicos, Pedro el oso siempre se retiraba discretamente, porque sabía que no era bienvenido en ellos y le echarían. Si en cualquier momento se ponía un poco pesado y queríamos librarnos de él, sólo teníamos que ir a algún bar.

Los andares desastrados, su pinta sospechosa y las maneras de comportarse de Pedro el oso le hacían diferente, en muchos casos indeseable. Sonidos estentóreos y gestos cavernosos que tenían lugar precisamente en un cuerpo prognático y algo deformado. Era público y notorio que Pedro el oso padecía una esquizofrenia que le impedía una vida normal, por este motivo le echaban con cajas destempladas de todas partes.

Pedro el oso era un poco violento, sí. Con frecuencia hacía alarde de su fuerza bruta, como bromeando. Pero yo jamás le vi episodio alguno de indeseabilidad en la convivencia, lo que me hace sospechar que se trataba de un tópico, un sambenito. Pedro el oso vestía con donativos y comía por misericordia (o al revés). Lo poco que tenía en metálico era para fumar y se lo ganaba haciendo pequeños apaños, chapucillas.

Según parece, Pedro el oso vivía en una casa medio destartalada. La sociedad le había condenado al aislamiento. Muchos de los empresarios y buenos cristianos que andaban tranquilamente por la calle de Bukhara eran infinitamente más deleznables que el pobre Pedro el oso, sin dudarlo. A pesar de su risa y sus andares de oso desgarbado.




[1] La única condición: que tuviera lugar en el exterior, al aire libre.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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