Postas

´83

´84

 579

           

 

¿Cómo llega uno en la vida a algunas situaciones? Es un misterio que se llama devenir. Seguro que si a Postas le hubieran dicho a los 20 cómo sería su vida a los 40, no lo habría creído. Ni más ni menos era un chulo, un proxeneta en cuyo domicilio trabajaba su mujer, mientras él se preocupaba de que siguiera siendo así. Sólo que el trabajo de su mujer era ser puta. Lógicamente, los hijos de ambos eran unos inocentes hijos de puta.

Cuando conocí a Postas yo era un pipiolo de 20 años y él todo un personaje. Más que nada por ser el hombre ideal para muchos de los machos que circulaban por el radioaficionado mundo maracandés. Entre otros Seco Moco, que no ocultaba la envidia que le provocaba aquella situación. La misma que a mí me llenaba de vergüenza ajena, además de sorpresa por conocerla de primera mano.

Incluso alguna vez llegué a pisar físicamente la casa de Postas. Era tan normal como la de cualquiera, quizás como la de la infancia de cualquiera[1].

Para mí lo sorprendente era lo cotidiano del asunto. Ordinario, normalizado. Lo asumido que estaba por todos. Postas era violento, claro. A mí me parecía tan deleznable su actitud como la sumisión de su mujer. Y las criaturas, ignorantes, en el centro. Me largué de su círculo de influencia en cuanto pude. Alguien me contó que su vecina, Salomé IMAGINA, acabó siendo también del gremio…



[1] Eso me hizo reflexionar: ¿acaso en el fondo no somos todos unos hijos de puta?

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta