Rodri

 Ref. Felipe Anfetas

´97

´99

 617

             

 

Contra viento y marea, Rodri Ref. Felipe Anfetas siempre sonreía. Probablemente era su secreto para sobrevivir, aunque no sé en qué medida esto resultaba un mecanismo consciente para su mente. Hasta cierto punto es un resorte defensivo para alguien a quien en el teatro de la vida le ha tocado bailar con la más fea. A mí me quedaba siempre la sensación de que a Rodri Ref. Felipe Anfetas las cosas le iban mal. Pero como algo provisional, que parecía que en cualquier momento podía cambiar de golpe. No sé, le tocaría la lotería o conocería a la mujer de su vida.

Me alegraba pensar eso, porque Rodri Ref. Felipe Anfetas parecía un chaval digno de mejor suerte. Era buena persona, aunque eso a veces le hubiera causado disgustos… pero se le notaba enseguida, en la charla fácil y sincera, cargada de buen humor. No en vano le conocí a través de Felipe Anfetas: creo recordar que fueron compañeros de fatigas impartiendo idiomas para extranjeros, esa tarea tan socorrida durante alguna etapa de su vida para quienes se encuentran en precario en Samarcanda.

Puede que Rodri Ref. Felipe Anfetas fuera estudiante de alguna Filología, aunque no podría asegurarlo. En todo caso también fue camarero, vendedor de ropa en una tienda de prestigio[1] e incluso a la desesperada, fue vendedor a comisión de productos elaborados en La Tapadera. Al menos lo intentó una temporada, catálogo en ristre. Recorriendo incomprendido la estepa espiritual de un mundo que se negaba a admitir estar equivocado.

Aparte de las cuestiones más o menos peregrinas y empresariales, Rodri Ref. Felipe Anfetas era un artista de la supervivencia. En este sentido me provocaba admiración, una forma sana de envidia. Se movía con soltura entre la precariedad humana, mas sin llegar a ser precario.

Muchas noches de risas y copas, con el tesoro de la complicidad compartido en nuestros cofres respectivos, tuvimos el placer atemporal si no eterno de reinventar la realidad desde sus bases. Sabiendo de la inutilidad y belleza de semejante tarea ímproba. Teniendo plena conciencia de que a la mañana siguiente todo seguiría igual en el llamado “mundo real”, pero sabiendo al mismo tiempo de lo pírrico de esa su victoria sobre nosotros como materia.

Teníamos ya en la conciencia con más o menos memoria aquella riqueza imposible de ser robada. La que por otra parte, por definición, les está vedada a los ricos en materialismos… esos eunucos que a la noche, en la soledad de su conciencia vacía, cuentan y manosean unas monedas que sólo valen para amontonar miseria espiritual. Haciendo rebosar una alcancía.



[1] Lo que le obligaba a lucir traje.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta