Rosa

MÁRMOL

 

Samarcanda

´86

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Rosa MÁRMOL años atrás había sido amiga o novia de un poeta de Samarcanda. Un clásico desde que murió, lo que a mí me colocaba en una situación de imposible solución. De nada servían mis intenciones pseudoliterarias, porque chocaban con aquel monstruo que se iba agrandando con los días. ¿Cómo se lucha contra un muerto? No se me ocurre manera, la batalla me deja impotente: por perdida antes de empezada.

Nunca quise ponerme a la altura de aquel clásico (no podría) ni competir con él. Pero me sentía víctima de un abuso imposible de contrarrestar. Siempre allí ese fantasma, nunca mejor dicho. Acechando a mis intenciones de comunicación con Rosa MÁRMOL.

Quizá ella pensara que yo jugaba a ser generoso para conquistar su corazón. Cosas para mí sin importancia, como poner suelo de corcho en su academia o hacer las fotos de los conciertos finales del curso. Era sólo que me gustaba sentirme útil, con mayor motivo si eso significaba hacerle un favor o estar a su lado.

A mí me gustaba su compañía. Me atraía su cuerpo moreno y risueño, sus ojos claros y diáfanos, sus maneras de buena educación[1]. No es que ella fuera pija[2], sino que yo era excesivamente barriobajero. Mi propiocepción así me lo decía, aunque Rosa MÁRMOL riera con mis ocurrencias y su boca estuviera siempre decorada con una sonrisa, iluminada por su mirada.

Para mí Rosa MÁRMOL era alguien inalcanzable, quizá por eso nunca me decidí a dar el paso de proponerle algo más que conversaciones. El temor de que el rechazo significara perder lo poco que podía disfrutar de ella[3], me paralizaba. Puede que Rosa MÁRMOL, en cambio, para acercarse a mí, estuviera esperando ese paso que nunca di. Jamás llegaré a saberlo.

Su espíritu se encontraba impregnado de música. A veces yo tenía la impresión de que estábamos destinados a entendernos. Si es así, se tratará de un encuentro en otra vida.

Fascinado como estaba por las chispas que acompañaban su mirada, no llegué a pisar el suelo, ni a navegar por tierra firme para llegar a su puerto. Compartimos muchos ratos inolvidables, entre otros una Nochevieja en su casa, charlando entre amigos[4] en lugar de ir a buscar los achuchones propios de la chusma. Fueron horas y horas de ocurrencias, chistes y conversaciones intrascendentes con el guiño de la eternidad (¿o al revés?).

En otra ocasión, en el Génesis[5] charlando sobre la condición humana con Rosa MÁRMOL y Tania Ref. Caco[6] entre cervezas y arrumacos de su voz, que tanto arropaba a los ateridos como yo. Apareció por allí el energúmeno de Seco Moco como elemento distorsionador, con evidente intención de escandalizar. Les explicó que a él le gustaba follar con las chicas con la ropa interior puesta. Así, al sacarla tras correrse, aprovechaba el viaje para limpiársela con las bragas.

Sin duda pretendía demostrar hasta qué punto yo, bajo el influjo de su compañía, no era tan elegante como pretendía aparentar. Para Rosa MÁRMOL y Tania Ref. Caco aquello no fue más que un episodio lamentable. Para mí un motivo de vergüenza ajena. En definitiva, una buena manera de estropear una noche que el Génesis prometía más halagüeña…

Poco sabía Seco Moco del carácter de Rosa MÁRMOL y Tania Ref. Caco. En otra ocasión vinieron a tomar café a casa de mis padres mientras éstos estaban de vacaciones. En aquella época teníamos en el domicilio como pupilo a pensión completa a Pascual Opus. Éste tenía por costumbre interrogar policialmente a todos mis amigos. Así que les dijo a bocajarro: “Y vosotras, ¿a qué os dedicáis?” Previamente yo les había puesto en antecedentes del tercer grado que se les avecinaba. Así que respondieron con todo aplomo y frialdad, según habíamos previsto: “Somos putas”. El jarro de agua fría que cayó sobre Pascual Opus fue de antología, claro. Se retiró con el rabo entre las piernas.

Rosa MÁRMOL era divertida, aunque en el fondo su alma tuviera ese poso de incomprensión y soledad que siempre lleva la música. Su escuela era acogedora y presta a contagiar a quien compartiera con ella su tiempo, su energía. Imagino que ser músico y empresario es difícilmente compatible. Por un lado, rozando la eternidad con la punta de los dedos. Y por el otro, pisando el fango constante de los intereses materiales.



[1] A cuyo lado yo tenía complejo de destripaterrones.

[2] Aunque podría haberlo sido por educación y posición social.

[3] Su extemporánea compañía.

[4] Éramos seis o siete.

[5] Antes de que se reencarnase en el Maldición.

[6] Que era secretaria de la escuela de Rosa MÁRMOL.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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