Seis

 Tashkent

´85

 ´86

 635

 
             

 

Le gustaba pronunciar esa palabra, ssseisssss… arrastrando y silbando las eses entre los dientes. Lo hacía una y otra vez, rubricándola con una sonora carcajada. Formaba parte del ritual que acompañaba a la sesión con la que frecuentemente ajusticiaba su cerebro a base de costo.

Seis era, en otras palabras, lo que se llama un “porreta”. Alguien que organiza su vida alrededor del proceso que es anestesiar el cerebro. Como cualquier otro ritual religioso. A veces, cuando Seis regresaba a casa de sus padres ya entrada la madrugada, le daba por devorar cuanto encontraba a su alcance. Ritual típico de los porretas.

Parece ser que estudiaba Medicina. Aunque su padre le concediera el beneficio de la duda, el asunto no estaba nada claro. Seis solía ir por las calles de Bukhara como un alma en pena, circulando de estación en estación en aquel particular viacrucis. Imagino que su dedicación era similar por las calles del Tashkent en que vivía. Con la única diferencia del Metro.

Supongo que vivir en su barrio le otorgaba este privilegio. Incluso con un padre facha y forofo del fútbol, Seis era un progre. Como su hermano Nini Resús, sólo que éste había encontrado su lugar en el mundo, dando clases en un instituto de Futuros Currantes.

Seis era divertido, pero no dejaba de ser un cerebro desperdiciado. Uno más de lo que podría denominarse la ‘fuga de cerebros’ de los ’80.

 

 

 

 

Sonido

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