Sonia Biología siempre tenía la sonrisa como carta de presentación o acompañando un saludo. Semejante vitalidad conseguía ocultar la belleza de su rostro, porque se fijaba uno en la sonrisa más que en el soporte. Sus ojos claros y el cabello rizado y rubio contribuían a contagiar optimismo. Como si el sol hubiera venido a nuestro encuentro para quedarse con nosotros.

Enseguida Sonia Biología era la charla amable, los gestos de cariño limpio, sin segundas intenciones[1]. Quizá también todo esto enmascaraba la belleza de sus formas, de la misma forma que su vestimenta hippie[2] ocultaba las curvas de su cuerpo. El conjunto inspiraba un deseo que no era físico; más bien algo así como la necesidad de un encuentro espiritual con la excusa del cuerpo.

Sonia Biología se apuntaba siempre a las movilizaciones del ’87 y sus movidas, era la época. La conocí a través de Andrés GHANA, porque Sonia Biología estaba en la esfera de la Facultad de Biología. Quizá por eso nunca llegamos a comunicarnos más allá de las palabras. Una lástima de ésas que uno arrastra toda la vida. Sonia Biología era un alma tan alegre como femenina. Seguramente capaz de eclipsar con su luz las infinitas sombras de este mundo tan triste como masculino.