Toribio

SIMPLE

 

Samarcanda

´85

´87

667

             

 

El cuerpo menudo y un poco contrahecho de Toribio SIMPLE contrastaba con su entusiasmo, con sus sueños desproporcionadamente grandes. Puede decirse sin lugar a dudas que era la personificación de la megalomanía. Toribio SIMPLE no tenía ni idea, claro… simplemente se pensaba un genio. Que la realidad se empeñaba en no reconocer algo innegable: su inmensa valía, su genialidad… sólo venía a demostrar la invalidez de la realidad.

Quizá si el reconocimiento público dependiera del empecinamiento del individuo habría logrado conseguirlo, pero Toribio SIMPLE sólo era cáscara vacía. Deseaba ser un gran director de cine, mas viendo sus producciones resultaba evidente que no tenía la formación adecuada. Mucho menos la capacidad de reinventar la realidad, como corresponde a cualquier genio.

Sería aproximadamente el ’83 cuando vi su anuncio en la prensa local gratuita que se hacía en la época. Un director de cine pedía guionistas para hacer grandes obras. Ya simplemente el anuncio debería haber hecho sospechar a cualquiera, por el trasfondo y significado del mismo. Toribio SIMPLE se declaraba abiertamente una persona sin ideas, pero con gran confianza en su propia capacidad para llevar a la pantalla ideas ajenas con éxito. Algo así como un vampiro en versión cineasta.

No obstante me ofrecí para trabajar con Toribio SIMPLE, simplemente por ver dónde acababa todo aquello: más que nada como ejercicio para mis propias capacidades. Tras unas cuantas sesiones de trabajo en común, cuando más o menos ya se veía por dónde iban los tiros… hicimos una reunión aproximadamente seria, cuyo objetivo era dejar claros los planteamientos de cada uno de los implicados.

Para mí la cosa estaba clara, así se lo dije: “Es un problema de presupuestos metafísicos, que no tiene. Se trata de algo vacío en este sentido”. Su respuesta no pudo ser más clarificadora: “¿Presupuestos? ¿Es un problema de producción, de dinero?” Me dejó literalmente sin palabras. La respuesta necesaria era inmensa, ¿cómo se pueden recorrer años-luz en una frase, hacer comprender el cálculo infinitesimal sólo con cuatro peras?

Miré al otro asistente a la reunión, Camilo Cortos. Su mirada me lo dijo todo: Toribio SIMPLE vivía en otro planeta, al que el mundo real no llegaba ni de lejos. Estaba en una nube. El cruce de nuestras miradas fue la comprensión mutua. El proyecto era imposible, estaba tan claro para mí como para Camilo Cortos.

Nunca se llegó a hacer nada más, sólo mi parte. Adapté un cuento de Cortázar, Continuidad de los parques. Pero afortunada o desgraciadamente Toribio SIMPLE nunca llegó a enterarse de nada. Para él su ídolo de genialidad, su referencia, era su padre. Una noche de tormenta, allá por los ’70, había estado durante horas con la cámara de fotos en la mano. Hasta que consiguió fotografiar un rayo.

Pasaron los años. La última vez que vi a Toribio SIMPLE fue en Correos el año ’92. Conservaba el rostro infantiloide… de gesto cándido y sorprendido. Pero ahora ya lleno de arrugas. Me dijo que se había casado. Resultaba evidente lo mal que les sienta la madurez a los sueños.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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