Conserje de la Facultad de Filosofía

 

´85

´90

271

             

 

Resultaba un personaje entrañable por lamentable… se hizo famoso por su costumbre de cortarse las uñas en la Biblioteca de la Facultad. Entre el silencio atronador de neuronas en ebullición se oían levemente los chasquidos del cortaúñas: el día que un alumno osadamente se acercó y en voz baja le dijo que acabase con aquello… sólo consiguió que1 nuestro héroe terminase a mayor velocidad la tarea que en ese momento tenía entre manos. A coro: risa nerviosa y desesperada en la Biblioteca.

Un Guardia de Perfil retirado que se había acabado reciclando como Conserje de la Facultad de Filosofía: siempre llevaba un palillo en la boca, una costumbre muy extendida entre el populacho de los ’70.

Aquel hombre no se caracterizaba precisamente por su sensibilidad, inteligencia o empatía: una de las veces que fui a recoger una papeleta de examen, en junio del ’87, mientras me alargaba su mano desde el otro lado de la frontera-vitrina de la conserjería y me la entregaba, me dijo: “Aprobado”. Cuando miré la nota y vi que en realidad ponía “Suspenso”, comprendí que se trataba de una broma que a mí también me habría hecho gracia si hubiera sido a la inversa… pero en esas circunstancias la única risa fue la suya.

Bueno: el gesto ininteligente se completaba así, de forma casi perfecta, con unas maneras zafias y torpes en el trato humano… que hacían de él alguien inolvidable por inevitable.

Años después coincidimos una tarde en un bar del extrarradio: en esa ocasión me habló de su hija, a quien consideraba un logro, una de sus hazañas vitales… por ser licenciada en Pedagogía. Probablemente, lo mejor que aquel hombre había hecho en su vida. Pero habiéndome conocido durante las movilizaciones del ‘87… me pregunté (y aún lo hago ahora) si me quería vender la moto y arrastrarme a la “normalidad” de su familia. ¿O simplemente era un inconsciente en sus mejores momentos etílicos, tras la partida de la tarde?

En cualquier caso, jamás llegué a saber quién era la pobrecita: muy probablemente, por fortuna para tod@s. Sin embargo, la confesión del “hombre del palillo”, cercana a la camaradería… me dejó un regusto que ha ido amargando poco a poco, con los años. Quizás aquel ejemplar de uzbekito de posguerra había sido merecedor de mejor suerte… con el tiempo todos acabamos pareciéndonos en eso.

 

 

1 Tras una mirada bovina y bobalicona, como de avestruz social.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta