Dámaso

 

Antiguo

 

´97

´99

287

             

 

Casi como una lotería o una casualidad, la Fortuna había llegado a sus manos durante los años ’80: Dámaso Antiguo formaba parte del grupo de empresarios jóvenes de la hostelería maracandesa que quizás por su juventud, sus ideas novedosas y un entorno propicio… habían conseguido hacerse poco a poco con una gran parte del mercado nocturno de las copas.

Vinieron a renovar la infumable caspa provinciana del ambiente de la capital… y esto coincidió con la llamada “modernización” de la vida universitaria, hasta entonces tan despierta en el activismo político clandestino como aletargada en el ocio y las relaciones sociales. El aperturismo político fue en consonancia con una renovación en la manera de entender el ocio que por fortuna para mí ya estaba consolidada en el ’85, cuando entré de lleno en aquel mundillo.

Pero el éxito empresarial y el bullicio copero, con ser todo un Universo que ponía al alcance de Dámaso Antiguo los más exquisitos manjares de la noche, no le satisfacía… al menos no le satisfizo por completo. A diferencia de muchos de sus compañeros de fatigas, que obtuvieron un éxito similar, Dámaso Antiguo no se conformaba con un triunfo que en cierta medida a él le parecía vacío… Y por eso: en lugar de dormirse en los laureles del beneficio y el placer fácil, como hiciera casi la totalidad de su generación de ganadores… buscaba la manera de compensar un prurito que le nacía de lo más íntimo, invitándole a participar de formas culturales contestatarias y alternativas.

Por lo que yo sé, Dámaso Antiguo carecía de formación académica en todos los sentidos… más bien era un autodidacta que se dejaba llevar por sus investigaciones y la intuición acertada de que tenía que existir otra forma de entender las inquietudes culturales. Alternativa, que estuviera lejos de los cenáculos al uso: los practicados por toda aquella purria de catedráticos y pellejudos que llenaban las salas de la UdeS e instituciones más o menos colaboracionistas.

Por eso Dámaso Antiguo se movía entre ámbitos ciertamente resbaladizos, fomentaba actividades equívocas: sus iniciativas no siempre eran acertadas, aunque poseyeran el valor de no deberse a ningún tipo de esclavitud. A veces Dámaso Antiguo acertaba, pero otras no. En todo caso esto no le resta mérito alguno a su actividad… Dámaso Antiguo era un elemento incómodo para las instituciones, una especie de enfant terrible en este sentido. Pero también se le despreciaba desde el elitismo intelectualoide y heterodoxo, que en cierto sentido le consideraba un intruso: un advenedizo que utilizaba su dinero pero carecía de la formación intelectual adecuada.

Así, Dámaso Antiguo estaba en una tierra de nadie: despreciada por los ortodoxos… pero también por los heterodoxos. Sin embargo[1] este hecho le otorgaba la propiedad de un territorio personalísimo, apartado del manido esquema clásico: reinventaba el mundo y éste quedaba en sus manos. Puede que fuera precisamente por eso, como definición de un territorio propio y perfectamente diferenciado del resto del Universo, por lo que creó el espacio cultural La Gallina.

Sólo estuve por allí un par de veces: con motivo de unas jornadas sobre las drogas legales o legalizables que organizó el Marihuano… esto sería sobre el ’98. No sé qué pasaría después con aquella aventura de Dámaso Antiguo[2], pero resultaba una buena forma de plasmar las inquietudes en un proyecto concreto y palpable.

También gracias a las gestiones de Dámaso Antiguo, por ejemplo, pude ver (aunque de lejos) a Fernando Arrabal en un encuentro con supuestos talentos maracandeses.

En cualquier caso, lo interesante de Dámaso Antiguo era lo simbólico de su actitud: cómo incluso en un mundo acomodado surge la necesidad de experimentos culturales. Esto responde sobre todo a una inquietud humana, interna e irrefrenable. Es el inconformismo con lo establecido: necesidad de mejorar el mundo desde patrones contraculturales o antisistema. La demostración de que por muy deleznable que parezca una ciudad o una sociedad, no todo está perdido.



[1] Aunque no sé hasta qué punto Dámaso Antiguo era consciente.

[2] Google dice que aún está activo.

 

 

Sonido

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