Antonio   Ref. Richar BICHO   ´90 ´94 706
             

 

Siempre dispuesto a la risa, como si sólo necesitara una excusa para descojonarse de todo sin cortapisas, Antonio Ref. Richar BICHO era un tipo despreocupado por definición, al que sólo parecían urgir cuestiones académicas próximas: exámenes, trabajos que debía presentar, etc.

Todo relacionado con el Derecho, que era la carrera que se encontraba estudiando. Como un alto porcentaje de la población de esa Facultad, no tenía más aspiraciones que acabar la carrera para ponerse a trabajar de alguna cosa relacionada con ella que le permitiera sobrevivir: en otras palabras, el Derecho para Antonio Ref. Richar BICHO era sólo un instrumento para alcanzar el mundo laboral. No tenía desde su punto de vista ningún interés o valor de otro tipo, es decir, un puro trámite: una tontería como otra cualquiera… si se me apura un poco, como la vida misma.

Porque para Antonio Ref. Richar BICHO cualquier forma de trascendencia habría sido calificada como “¡déjate de gilipolladas y vamos a tomarnos otra cerveza!” Lo que podría clasificarse como un cachondo descerebrado, como hay tantos sobre la faz del planeta; gente con la que uno se va encontrando a lo largo de la vida, con la que vas coincidiendo y que resulta fácil de tratar por lo simple, pero enseguida te das cuenta de algo: en gran cantidad (de gente o de tiempo) acaban siendo un pasatiempo sin mayor beneficio; sumando el conjunto, te hacen perder un buen porcentaje de vida en cosas tan agradables como insustanciales.

“¿Es esto lo que quiero?”, te preguntas… “¿consumir así mi vida?” Esto en el mejor de los casos: esa dinámica casi siempre resulta tan entretenida que se pasan los días, los meses, los años… y ni te enteras. Pues algo así debía de ocurrirle a Richar BICHO para contar con Antonio Ref. Richar BICHO entre los amigos; bueno, también hay que decir que el propio Richar BICHO era un poco así. Es comprensible, no deja de ser una tentación dejarse llevar por lo inmediato, los placeres de los sentidos y los sinsentidos: eso que yo siempre he llamado “la tentación de la mediocridad”, que consiste en dejarse llevar por ese flujo vital aparentemente vitalista pero que en el fondo esconde una intrascendencia tan superficial como falaz. La nada presentándose de manera atractiva, vamos.

Y Antonio Ref. Richar BICHO era la encarnación de ese espíritu: no diré que fuera un arquetipo encarnado, porque eso significaría darle una importancia que no tenía, al menos en aquella época… no sé cómo habrá envejecido, aunque me lo imagino. El caso es que Antonio Ref. Richar BICHO no era una mala persona, ni mucho menos desaprovechable… sólo que enfocaba sus potencialidades de manera estéril.

Por ejemplo, la imaginación, que no era de sus peores facetas, sólo tenía como objetivo el chiste fácil, inmediato, relacionado con cuestiones cotidianas y sin mayor complejidad ni trascendencia. Por eso con Antonio Ref. Richar BICHO se podía contar en cualquier momento para desarrollar una actividad de ese tipo: ociosa, fungible e intrascendente, sin más importancia que amontonarse en la memoria, asociada a otras tantas ya vividas y las que aún quedaban por vivir. Antonio Ref. Richar BICHO era una de esas personas con las que te encuentras a gusto, pero que más tarde, al pasar el tiempo y meditar en tu soledad, te preguntas si tienen algo en su vida aparte de los ratos como ésos, compartidos contigo… y te das cuenta de que no; seguramente sus existencias son sólo un conjunto de retales iguales que los que teníais en común.

Eso a mí me provocaba una enorme compasión, pues imaginaba una vida como la suya, no sé cómo decirlo, tan vacía y a la vez tan llena de cosas, que no sabría cómo poner remediarlo, porque a buen seguro estaba poblada de infelicidad a poco que Antonio Ref. Richar BICHO fuera capaz de ponerse ante el espejo: no ante el del baño, sino ante el espejo metafísico que todos llevamos dentro y enfrentamos en soledad.

Pero seguramente todo esto para Richar BICHO eran virtudes que les hacían compartir a ambos grandes ratos juntos, ya que sus antológicas juergas eran comentadas con grandes carcajadas por ambos, tanto en conjunto como por separado.

Lo cierto es que Richar BICHO también era un poco así, patinando sobre la pulida y resbaladiza superficie de la frugalidad y la intrascendencia, coqueteando con el mundo de los descerebrados hasta implicarse tanto que uno acababa dudando de cuál era la personalidad y cuál el disfraz… si se trataba de un experimento de observación participante, la duda era quién observaba y quién participaba: ¿el pensador o el descerebrado? Esto en el caso de Richar BICHO, porque en el de Antonio Ref. Richar BICHO estaba bien claro que no había observador ni pensador: sólo un participante de todas las juergas, a pesar de las resacas. Quizá por eso nos gustara tanto su risa, por lo generoso del bufón.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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