Guti
FÍA   Argentina ´88 ´91 805
             

 

Correría aproximadamente el año ’88 cuando conocí a Guti FÍA. En una de mis escasas visitas a Tashkent, para visitar a Valentín Hermano, coincidí con él, porque eran compañeros de piso. A mí me resultó sorprendente que aquel chaval, aparentemente frágil y vulnerable, pudiera sobrevivir en Tashkent, que siempre he considerado un lugar infernal por antihumano: Guti FÍA me resultaba la viva imagen de un quinceañero escapado del hogar familiar que sería capaz de cualquier cosa para no regresar a él.

Guti FÍA se encontraba a miles de kilómetros de su país, Argentina, algo que a mí me provocaba vértigo por empatía sólo con imaginarlo. Pero hablar brevemente con él significaba ya impregnarse de su convicción para seguir adelante; no sé cuáles habían sido los motivos para su marcha, para que Guti FÍA abandonara su país de origen: pero su firmeza y convicción en el paso que había dado le abocaron a tener que potenciar y fomentar sus habilidades en el diseño gráfico.

Es probable que se tratara de su formación académica, aunque también pudiera ser que se dedicara a ello por carecer de una manera alternativa de ganarse el sustento. En todo caso, a raíz del proyecto de la revista ¿Dónde vamos? llegaron hasta mis manos algunas de sus creaciones: eran principalmente productos informáticos y urbanitas, lo que en aquella época significaba un vanguardismo tan innovador como incipiente… es decir, casi incomprendido en el entorno de Tashkent. Y eso que se trataba de uno de los lugares con más proyección de futuro dentro del agujero negro que venía siendo Uzbekistán… que sigue siendo a día de hoy, aunque mucho más modernizado (sólo en apariencia).

Guti FÍA era flacucho y llevaba media barba, lo que transmitía una impresión de subdesarrollo o dejadez: probablemente una estética que estaba estudiada para aparecer como alguien poco merecedor de abusos o injusticias. Desconozco cómo le fue, al igual que dónde estará ahora o qué hace actualmente… aunque tampoco tiene excesiva importancia. Para mí Guti FÍA representaba la demostración palpable de que se puede sobrevivir dignamente en situaciones extremas, en un entorno desconocido u hostil; así, en este sentido, era un referente positivo que me indicaba la esperanza. Quizá por eso en mi memoria permanece la imagen de una de sus ilustraciones: un monigote homínido, oscuro, rodeado por diferentes bandas de colores entre las que predominaba el color verde.

Según explicaba el propio Guti FÍA, la calidad de la reproducción no era muy buena porque estaba hecha con una impresora matricial, de aquéllas de cinta… tan propias de la época. Sin embargo, a mí me parecía incluso un milagro que pudiera ser en color, porque hasta entonces sólo había visto algo semejante en blanco y negro. Pero Guti FÍA lo enseñaba casi con un poco de vergüenza, pues materialmente aquello se encontraba a años-luz de lo que a él le habría gustado hacer. Para mí un tesoro, para él calderilla: quizás aquel abismo que nos separaba en este aspecto era un síntoma de nuestras diferencias en la manera de ver la vida… y también de percibir a Argentina.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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