Juan

Ref. Richar BICHO

 

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El mayor éxito existencial de Juan Ref. Richar BICHO, sin duda, era ser amigo de Richar BICHO. Cuando se juntaban ambos el mundo quedaba pequeño, apartado, lejos… con sus mezquindades, incapaces de alcanzar una amistad fraguada de risas y complicidades. Éstas se movían alrededor de un centro tan misterioso como adivinable: el colegueo de dos machos en plena floración, en plena efervescencia. Conversaciones trufadas de guiños y cosas que ambos daban por supuestas, casi siempre rayanas en la picaresca y los códigos ancestralmente asimilados por semejante grupo social.

A mí me hacían partícipe, forzándome a la complicidad de ése su mundo, amablemente… cosa que yo agradecía aunque me pareciera un universo ciertamente superficial y sin trasfondo: es decir, esencialmente vacío. Diversión a raudales, pero cáscara pura. Frivolidad.

Juan Ref. Richar BICHO era un tipo cercano, agradable y que además ostentaba una peculiar característica: se movía a diario en el mundo del alcohol y la bebida, pero no como afición o vicio sino profesionalmente. Trabajaba en un almacén de licores y por tanto se encargaba de llenar almacenes ajenos, de ésos que se suelen llamar bares. Un paralelismo inmediato con la figura del empleado de banca, por cuyas manos pasan ingentes cantidades de dinero que para él sólo son espejismos, sueños.

En realidad, lejos de toda lírica e idealización de su trabajo, Juan Ref. Richar BICHO era un tipo que trasladaba cajas de sitio constantemente: en otras palabras, un mozo de cuerda. El hecho de que las cajas contuvieran 4 rosas, Ballantine’s o Smirnoff en lugar de estiércol era lo que le otorgaba una idealización de la que carecía en esencia; él se ocupaba de aliñarla con una pátina de rockero incombustible.

Hablar de Juan Ref. Richar BICHO era como si se te llenara la boca de bourbon: un experimento inconsciente de sinestesia que le otorgaba un halo entre maldito y envidiable. Quizá por eso para mí poseía un carácter dual: Juan Ref. Richar BICHO era un tío agradable, pero vacío. Se rodeaba de una joya ambarina, pero nada tenía que ver con la esencia de la misma; era un mero porteador. Se podía charlar con él de forma distendida, pero estrictamente hablando hacerlo resultaba una pérdida de tiempo. Un pasatiempo, un entretenimiento… pero nada más.

De alguna manera representaba aquello a lo que yo había renunciado: una vida simple, alegre y fácil… pero vacía. En cierto sentido me encontraba cercano a Juan Ref. Richar BICHO, pero en otro: él se hallaba en las antípodas, a años-luz. Su presencia para mí representaba un buen recordatorio: de lo que yo habría podido ser y no quise, renunciando a lo fácil pero dejándome llevar por las tendencias de mi esencia. Auténticas, aunque fueran complejas y dificultosas. Juan Ref. Richar BICHO era yo mismo en otro mundo posible, en una vida alternativa.

 

 

 

 

Sonido

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