Marcel

BRISCA

 

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La de Marcel BRISCA era una sonrisa tan franca como desubicada, fuera de lugar. Transmitía alegría, pero también comunicaba un poco de desencanto; el provocado por un mundo incapaz de responder a las expectativas de alguien como él, buena persona cargada de humor contagioso e intenciones positivas. De esta última vocación procedían sus estudios anteriores, de Medicina, que finalmente abandonó por falta de alma en la formación que le iban inculcando.

Ante aquel panorama, finalmente Marcel BRISCA se trasladó a la Facultad de Filosofía… con el asesoramiento y consejo de Vicente GAMA, creo recordar: igual que en su día había hecho conmigo, le recondujo hacia el camino adecuado. En todo caso, cuando Marcel BRISCA llegó para abrazar la carrera yo ya estaba de retirada, así que podemos decir que formaba parte de los que yo llamaría continuadores por ser relevo cronológico (que no discípulos) de mi promoción.

Por este motivo con frecuencia Marcel BRISCA y yo coincidíamos en las calles y los bares: Marcel BRISCA era afable, se podía charlar con él largamente y siempre aportaba algún punto de vista interesante sobre cualquier tema, aunque muchas veces la excusa para empezar el juego/fuego de palabras fuera lo académico.

Enseguida, tirando del hilo, llegábamos a la condición humana como tema estrella de conversación. En alguna de sus variopintas e infinitas facetas, allí estaba siempre el asunto: la Antropología filosófica como raíz de todo… esto nos hacía disfrutar de una complicidad inenarrable, porque a los conocimientos de Marcel BRISCA sobre la Medicina venían ahora a incorporarse los que paulatinamente iba adquiriendo sobre la Filosofía.

Algo que le convertía en un contertulio enriquecedor y entretenido, siempre a caballo entre lo humano y lo divino, la materia y el espíritu. Marcel BRISCA llevaba simultáneamente su conocimiento y su aprendizaje en el mismo equipaje, como deberíamos hacer todos por definición en este mundo para no cargarnos de supuesta superioridad. Y ante todo siempre la risa; para hablar de los griegos clásicos, pero también de los compañeros de clase de Marcel BRISCA: entre ellos se encontraban Lucas Primo y Argimiro Filosofía, como elementos más destacados. Así conseguíamos ir combinando nuestro presente con el pasado histórico, el de la sabiduría heredada.

Es muy probable que Marcel BRISCA dejase la carrera de Medicina debido a su carácter aprensivo rayano en la hipocondría, que en mi memoria siempre lleva asociado… aunque también es probable que fuera ésa y no otra la razón que le había llevado en su día a iniciarla.

En cualquier caso, con su llegada a la Facultad de Filosofía, Marcel BRISCA consiguió ahondar con más ahínco en su estudio de campo sobre la cerveza, sabiduría que ejercía en cuanto tenía la oportunidad de llevarse una al gaznate. ¡¿Quién sabe si no sería ése el tema de su Tesis (en caso de llegara a llevarla a cabo)?!

A Marcel BRISCA le perdí de vista, por desgracia, entre las neblinas de una Samarcanda ávida por devorar a los habitantes de su espíritu ancestral y seductor. En fin, resulta ser éste el destino más común para quienes van transitando por el planeta a lo largo de la Historia; de ahí que pueda decir sin arrepentimiento que la risa de Marcel BRISCA continúa circulando esencialmente entre las calles doradas que le vieran transitar por allí su cuerpo un día. Puede creer quien me lea si digo que todos ganamos con ello, pues aunque Marcel BRISCA perteneciera ya a otra dimensión de la materia (que lo desconozco) su impronta adquirió el derecho de ser universal entre aquellas piedras eternas.

 

 

 

 

Sonido

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