Nena

Parto

Samarcanda

´91

´92

878

             

 

Me parece que cuando conocí a Nena Parto aquel ’91, ya había tenido dos hijos y estaba embarazada del tercero… los detalles resultaban hasta cierto punto secundarios, pues lo importante era la sensación. Todo el mundo allí, en el Ministerio de Educación, hablaba de ella como una preñada profesional; ya se sabe que la mala leche es una planta que necesita poco riego para crecer desmesuradamente: al igual que la mala hierba, crece casi por generación espontánea.

Puede que incluso las malas lenguas tuvieran razón y haciendo objetivamente las cuentas de los días que había ido a trabajar y los que se había ausentado justificadamente por algún motivo relacionado con sus embarazos, probablemente Nena Parto tuviera más en este último grupo en su experiencia laboral en el Ministerio de Educación. Pero de ahí a concluir que había esperado a aprobar las oposiciones para empezar a preñarse y tener hijos, había un salto cualitativo para llegar a semejante afirmación… como si ella lo hubiera planificado todo así de fríamente.

Hablar con Nena Parto del asunto, como lo hacía alguna gente por allí, en el negociado de Nóminas en que ambos trabajábamos, era curioso: transmitía la impresión de que Nena Parto se resignaba ante los acontecimientos, como si nada tuvieran que ver con su voluntad, como si ocurrieran independientemente de ella. Un poco con resignación y algo de buen humor, los ojillos saltones y azules de Nena Parto parecían sonreír igual que lo hacía su boca de dientes descolocados.

En fin, algo contra lo que no se podía luchar, pero tampoco tenía mucho sentido hacerlo ni se le veía mucho entusiasmo a Nena Parto para evitarlo: imagino que menos aún a su marido, que en aquello parecía llevar la mejor parte del trabajo del parto… buscar la concepción intensiva de Nena Parto para beneficiarse de las condiciones favorables otorgadas por la Administración Pública para mayor fomento de la natalidad.

Pero a la vista de la velocidad del trabajo y la excelente calidad del mismo desempeñado por Nena Parto, nadie habría dicho que se embarazaba para no currar: era eficiente, sin duda. Ayudaba a resolver infinidad de menudencias laborales, así que no parecía que cuando no estaba intentara evitar trabajar; más bien transmitía la sensación de que tenerla allí era una auténtica bendición para que todo fuera mejor.

De esta forma Nena Parto venía a compensar aquel enfoque de las cosas, según el cual Nena Parto no era una funcionaria que con frecuencia se marchaba para parir, sino una tía permanentemente preñada que de vez en cuando iba a trabajar unos días… para seguir explotando el cuento.

Para mí Nena Parto era una compañera de trabajo más, aunque tuviera una barriga que ocupara un espacio sorprendente y no pudiera hacer según qué cosas, como trasladar materiales pesados o buscar expedientes sin ayuda. A mí todo esto me parecía anecdótico y siempre estuve dispuesto a ayudarla.

Al revés que otra gente, que la miraba de manera atravesada, para mí se trataba únicamente de una adaptación de las cosas a su situación… nada que objetar, menos todavía sabiendo que era algo circunstancial… Me provocaba más empatía aún imaginar cómo sería la vida para Nena Parto al salir del Ministerio de Educación. Sin duda un calvario.

 

 

 

 

Sonido

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