Nico

Canastito

 

´83

´84

909

             
               

 

Nico Canastito tenía el perfil típico del radioaficionado: persona con ganas de conocer cosas y gentes nuevas, dispuesto en cualquier momento a charlar sin mayor dificultad de cualquier tema… quizá precisamente por eso, casi siempre de manera superficial. Pero en fin, en aquel mundillo tampoco se exigía demasiado que no fuera algo más allá del ocio compartido y alguna que otra inquietud común. Por eso, cuando coincidía que la persona estaba en las antípodas, la tendencia era buscar lugares comunes (tópicos) más que ahondar en la diferencia, evitando así diplomáticamente el conflicto.

Era el caso de Nico Canastito, quien a pesar de ser torero, con todo lo que eso significa, se llevaba bien conmigo; no deja de ser paradójico, teniendo en cuenta que siempre he estado en contra de ese tipo de actividades de maltrato animal. Pero ocurría así porque generalmente charlábamos de otras cosas, tanto si coincidíamos modulando como si el asunto era tomar unas cañas o unas copas durante alguna verticalada.

El carácter alegre y ocurrente de Nico Canastito se prestaba al asunto, pues siempre encontrábamos puntos compartidos sobre los que charlar amigablemente, olvidando de forma deliberada las diferencias, aparcándolas. Nico Canastito era un tipo mentalmente sano, lejos de las patologías que solían reinar en aquel universo aparte que era el mundo de la radioafición maracandesa. Si yo hubiera tenido que elegir, votar sobre qué radiopita debía desaparecer de la faz de la tierra, habría tenido muchos otros candidatos preferentes.

Pero la caprichosa vida se llevó precisamente a Nico Canastito, durante uno de los peligrosos trayectos entre Samarcanda y el Ka, aquel garito cercano al río en el que nos dábamos cita tantos desahuciados. La carretera era peligrosa y de tanto en tanto alguien se quedaba por el camino, dejaba los sesos en el intento: aquella vez le tocó a Nico Canastito.

Allí se acabaron los toros y todo lo demás, punto final. Ni radioafición ni hostias. A mí el asunto me dejó tocado; le mandé a su novia un telegrama que decía: “Los radioaficionados también estamos de luto”. Como particular, claro, que enseguida se me habrían subido a la chepa cientos de cretinos por hablar en su nombre sin permiso. Incluso compré entradas para una corrida-homenaje que celebraron en su nombre, a beneficio del pobre muerto… sus herederos, más bien. Aunque no fui, claro. Simplemente era una forma de mostrar mi solidaridad, para recaudar fondos en aquel momento tan feo.

Así desapareció aquel cúmulo de potencialidades que llevaban el nombre de Nico Canastito: de improviso y sin solución de continuidad. Aquel episodio sólo sirvió para ponerme en alerta sobre el peligro de la ruta, aunque después alguna noche, inconscientemente, llegara a ver 194 km/h en el salpicadero del coche en el que iba: conducido por Joaquín Pilla Yeska realizando aquel mismo trayecto. Nuestro comentario era que si palmábamos en el intento, tampoco estaría mal: iríamos directos a ver a Nico Canastito.

 

 

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta