Steiner

   Alemania

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Aunque procediera de Alemania, era un cachondo mental… muy a lo latino. Creo que había conseguido una de aquellas becas que no se sabía si eran una gran suerte o una putada, a las que el populacho denominaba Orgasmus porque en todo caso eran una gozada. Lo cierto es que Steiner Alemania aprovechaba su estancia en Samarcanda como mejor podía y sabía, lo que llevaba incluido un lote de juergas casi constantes, como suele ocurrir con todos los extranjeros que pasan por Samarcanda y descubren así una personalidad alternativa que anidaba en ellos desde siempre pero hasta entonces no había encontrado el terreno propicio para desmelenarse.

Bueno, el caso es que Steiner Alemania era un poco más elitista, porque era del gremio de la Filosofía, con lo que esto supone de equívoco: nunca se sabe si alguien así se está emborrachando realmente y dejándose llevar por la deriva nocturna… o se trata simplemente de un estudio antropológico que lleva a cabo bajo la égida de la “observación participante” y en realidad está fingiendo. Hace teatro para que la gente se deje llevar y así poder estudiarles en su salsa más profundamente.

Puede que Steiner Alemania hubiera perdido la referencia objetiva y ya no supiera en qué parte del microscopio se encontraba; lo cierto es que con frecuencia recorría aquel pantano incierto de la noche maracandesa, muchas veces acompañado de Nito, que era quien le servía de guía por aquel zoológico (o museo, como se quiera llamar). Con semejante presentación, huelga decir que yo me prestaba a servirles de bufón y/o acompañante siempre que fuera necesario, pues tratándose de Nito: carta blanca por mi parte.

Las veces que coincidimos todo fue sobre ruedas. Steiner Alemania era un tipo de mentalidad abierta, imaginativo y alegre, además de creativo. Un perfecto acompañante para unas cañas o unas copas. De su estancia en Samarcanda se llevó como trofeo un ejemplar de La generación Ñ que debe de andar perdido por alguna estantería de las tierras teutonas… lo que demuestra que Steiner Alemania realmente estaba interesado en el folklore y la fauna de Samarcanda (o al menos aparentaba estarlo). Solía referirse a mí como “el cebolla” por la cantidad de capas que creía ver en mi personalidad, según decía; algo que a mí no me parecía mal, como tampoco bien.

Semejante a la anécdota que recuerdo de Steiner Alemania y que resume a la perfección todo el conjunto. Una noche, paseando por la zona antigua de Samarcanda… íbamos Nito, Steiner Alemania y yo… puede que alguien más. Nos adelantó una chica caminando apresurada: el resonar de sus tacones hacía más oscura la noche entre los monumentos. Steiner Alemania, cómicamente, la imitó en los andares moviendo las caderas, pero sin hacer ruido ni que le viera… debió de ser que nuestras risas la hicieron volverse; al contemplar la escena, sin detenerse siquiera, dijo mientras se alejaba: “¡Te pego una hostia, gilipollas!” La cara de Steiner Alemania, sin abandonar la sonrisa, adquirió un tono de sorpresa que hizo subir el de nuestra risa hasta alcanzar la carcajada. Sin duda era lo más hilarante que podía haber ocurrido en aquel momento. Nos fuimos los tres a tomar una copa para celebrar el acontecimiento de haber disfrutado de aquella obra de teatro, improvisada por una desconocida a la que jamás volvimos a ver… y con nosotros tres como actores secundarios.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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