Araceli BUENO era una chica pequeñita, sonriente y pizpireta. Su acento típico de Khanka coronaba su presencia como una gracia más, un adorno. Charlar con ella siempre era divertido y refrescante, como si su voz trajera una gaseosa que te invadiera la nariz por dentro.

Seguramente toda esa idílica apariencia se la acabó tragando la Facultad de Derecho, experta en devorar individualidades y triturarlas hasta hacer de ellas meras personalidades grises y uniformes, sin aspiraciones: ciudadanos medios. Además Araceli BUENO tenía la inquietud del periodismo: creo que Olmaliq era el lugar en el que colaboraba… Alguna vez llegué a ver sus artículos: tan resultones como ella, aunque carentes de trasfondo verdaderamente trascendente. Letras de relleno.

Araceli BUENO era una especie de cuña de Bukhara insertada en medio de la sociedad maracandesa, un soplo de aire fresco. A pesar de que en esa época éramos compañeros de Facultad, nunca tuvimos más que algún encuentro fortuito y charlas desenfadadas. Supongo que su información seguirá circulando por Internet, con sus periodismos y sus mercantilismos. Espero que el paso de los años no haya conseguido borrar de su persona la alegría: más que circunstancial, resultaba casi existencial. Un talante envidiable que flota por encima de la materia, porque casi se le nota participante de la carcajada astral.