Fea Telebuzón

 

 ´92

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En una de las múltiples empresas ruinosas en las que me vi envuelto durante la juventud emprendedora, tuve ocasión de conocerla. Era una chica normal en todo lo que se refiere a su manera de estar en el mundo, de ir por la vida. Circulaba con frecuencia por Telebuzón: aquél era un locutorio con apartados de correos y lo habitual solía ser que la gente que llamaba por teléfono a seres lejanos lo hiciera con regularidad. Año ’92, por tanto los móviles aún no existían.

Lo único que llamaba la atención de la Fea de Telebuzón era su cara altamente repulsiva. Por así decirlo, era de una fealdad insultante: llamativa, provocadora. Un rostro que no dejaba indiferente. Sin embargo aquella apariencia contrastaba con una personalidad casi apocada. Parecía como si con su actitud pidiera disculpas por su fealdad.

No creo que nadie pueda ser juzgado por eso… actualmente, que tenemos a nuestro alcance mil formas de enmascarar el alma. Mucho menos entonces, hace más de 20 años, cuando aún ni existían.

Por todo eso con motivo de la publicación de mi libro de cuentos aquel ’92, cuando la Fea de Telebuzón quiso un ejemplar… se lo dediqué con una reflexión para animarla a continuar siendo ella, sin complejos. Decía así: “En ocasiones resulta un privilegio ser una incomodidad, un reproche para la cruel realidad”.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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