Víctor

FUERA

   

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Víctor FUERA era un adelantado sólo en edad. Vivía anclado en una anglofilia sospechosa por demasiado erudita. Primero novio, después marido y por último separado de Carola, su vocación consumada era la dipsomanía y su vocación sin consumar, la literatura.Víctor FUERA pensaba que él y yo nos parecíamos, lo que le provocaba simpatía hacia mi persona. Pero no estaba en lo cierto: mientras él bebía buscando desesperadamente la muerte, para mí se trataba tan sólo de ejercicios espirituales.

Víctor FUERA era uno de esos personajes tan exigentes con las letras que sólo le gustaban Borges y el ajedrez (bourbon aparte). La realidad es que era un tipo algo snob. Aparentaba estar sumergido en una oscura biblioteca insuperable[1]: rodeado de los cadáveres exquisitos de grandes escritores incomprendidos, contagiado de su atmósfera hasta el punto de no escribir casi nunca por la convicción de que sus escritos no serían perfectos.

A pesar de todo consiguió terminar un panfleto sobre Samarcanda, su cloaca de marfil. Además de otros trabajos menores[2]: elaborando diccionarios y cosas así de inútiles… como las letras mismas. Víctor FUERA pensaba que por beber llegaría a ser algún día Scott-Fitzgerald o alguien incluso más importante: amparándose en su catalanidad, se pretendía elitista. Flaco favor el que le hacía a esta cultura, parapetándose tras ella para justificar su incapacidad artística.

A Víctor FUERA y a mí nos acercaron varias ocasiones de charlas sobre autores comunes: Jack Daniel, sobre todo. Nos alejaron sus tonterías. Dedicar lo que tendría que haberme pagado por alguno de mis libros a fines más espirituosos, por ejemplo.

Mi mejor recuerdo de Víctor FUERA es su casa. Oscura como aquellas antiguas viviendas con suelos de madera, cuyas tupidas cortinas impedían que se viera la mierda. Con las polillas y la carcoma siempre agazapadas en su trastienda. De entre las sombras surgió una vez su hermana, una doncella morena que me cautivó el corazón un par de días. Oscura, inaccesible y parapetada tras las barreras que su hermano Víctor FUERA me puso y ante las que no insistí. Su encanto se acrecentó con la sombra de la duda de un incesto y la idealización, por no volver a verla jamás.

Víctor FUERA, el alcohólico impenitente. Es el típico hombre con gafas de sol bajando de un taxi. Lógico que hiciera buenas migas con Alejandro Marcelino BOFE a partir del ajedrez. Batallas imaginarias y de boquilla sobre un tablero. Batallas en que las damas siempre saldrán mal paradas.

Víctor FUERA: el erudito incapaz de la creatividaz.



[1] Parece el nombre de un brandy.

[2] De ésos que suelen avergonzar a los genios, por peregrinos.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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