Andrea
Ref. Eugenio LEJÍA     ´92   715
             

 

Mirada penetrante y oscura, casi la misma sensación que asomarte a un abismo, un precipicio: ésta era la primera impresión que producía el semblante de Andrea Ref. Eugenio LEJÍA al cruzar con ella una mirada. Pero –como tantas otras veces en la vida– era un estremecimiento instantáneo a la par que fungible, porque enseguida hablar con ella significaba comprender lo que tenía de persona normal… que era mucho.

A pesar de que Andrea Ref. Eugenio LEJÍA se empeñaba en rodearse de gente al margen de lo establecido (lo que hoy se denomina “antisistema”), de vestir de forma peculiar (lejos de estereotipos) y de hablar de manera cómplice, como invitando a salir de los esquemas… hablar con ella era inmediatamente darse cuenta de que se trataba de una persona normal, por mucho que a ella le pesara o se negase a lo evidente.

Resulta obvio: ser extraordinario no es algo que se elige o pueda decidirse a título individual. Al contrario: es el corolario, la consecuencia lógica natural de estar rodeado de gente ordinaria y ser diferente. No basta con detestar a la chusma, hay que tener madera de élite: muchas veces incomprendida y apartada, motivo por el que agrupaciones de misántropos se disfrazan de tribu urbana y acaban creyéndose superiores sólo por compartir un credo básico, elemental.

Otra explicación de por qué extraordinario y superior no son sinónimos, además. Se veía a la legua que Eugenio LEJÍA atraía a Andrea Ref. Eugenio LEJÍA porque estaba al margen, aunque éste no hubiera sido capaz de optimizar sus recursos y se viera inserto en los apestosos mecanismos sociales.

En fin, se disfrazaban de pareja alternativa e inclasificable, pero recurrían a los resortes habituales de supervivencia: trabajaban en la hostelería, hacían incursiones por el mundo de la farándula callejera… resultaba sin duda entrañable encontrarles en medio de la vorágine de normalidades sociales y laborales.

Daba la impresión de que el mundo no estaba del todo perdido, de que si había gente como ellos aún quedaba alguna esperanza, por pequeña que fuera, de que no todo estaba perdido para la Humanidad. Supongo que entre sus experiencias compartidas, además del sexo iban de la mano por el mundo de las drogas, tan queridas siempre para Eugenio LEJÍA. Es probable que ambos terminaran zambullidos o engullidos (juntos o por separado, resulta indiferente) en ese universo tan cenagoso y movedizo, dando así sentido último (también cronológicamente) a la mirada de Andrea Ref. Eugenio LEJÍA.


 

 

Sonido

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