Victoria
AGUA   Cuba ´95  985
             

 

Imagino que debe de ser difícil sobrevivir cada día cuando alrededor las cosas no salen a tu gusto y persistes en tu opción, pensando con obstinación que tarde o temprano el mundo cambiará para amoldarse a ti… y ves que pasa el tiempo sin que ocurra: que la provisionalidad a fuerza de ser permanente se convierte en inmutable. Entonces quedan dos opciones: que el empecinamiento te haga evolucionar hacia la tozudez o recular y replanteártelo todo para empezar de nuevo. Claro, que esta última opción parece casi aceptar la derrota: algo por lo que Victoria AGUA no estaba dispuesta a pasar. Considerarse superior no era algo que tuviera que declarar abiertamente, porque el lenguaje corporal de esta chica lo dejaba patente desde el primer momento.

Cuando me la presentaron yo acababa de llegar a Cuba y su aparición estelar daba a entender que yo debía corresponder a la amabilidad de que ella me dedicara unos minutos de su precioso tiempo rindiéndole pleitesía. En otras palabras, mi papel (el que me había sido reservado por su parte) era aplaudir su indiscutible superioridad para mayor gloria de Victoria AGUA. ¡Claro! Si yo era un pelagatos igual que ahora, aquella concesión hecha por la gran locutora archiconocida en la isla era como si alguna divinidad me hubiese tocado con su varita mágica. Victoria AGUA, heroína de los niños y devoción de los respectivos padres por su glamour, ¿cómo podía ser otra cosa que una diosa?

Pero a mí, aparte de la altivez que rezumaban sus poros y el afán de demostrar a cada instante que ella era una gran promesa… aquella chica me parecía una pobrecita con ínfulas de grandeza. Bien es verdad que yo no era nadie en mi país y mucho menos en cualquier otro, pero la superioridad de la que alardeaba Victoria AGUA con y sin palabras, en mi mundo directamente no existía. Por muchos méritos abrumadores que las circunstancias o el entorno se empeñaran en mostrarme como indiscutibles, yo no los veía por ningún lado.

Victoria AGUA representaba una nueva generación en Cuba, de esto hace 25 años: sigue siendo nada. Leí uno de sus libros, porque también es escritora, pero no conseguí desengañarme de cuanto sabía de ella. Para mí se quedó allí, en aquella época tan dorada como incumplida: no sé si congelada en el tiempo o paralizada por el veneno de la araña en cuya red había caído, probablemente sin saberlo. Pero Victoria AGUA evolucionaba por la realidad circulando vestida de pija en un país acosado y asediado por la economía como enemigo implacable, creyéndose poseedora de una belleza incomprendida únicamente porque era contestataria. Pero ser contrario a lo que hay no es garantía de progresismo: muchas veces se trata de involución disfrazada, revestida con mil alhajas que aparentan traer un mundo nuevo, cuando en realidad sólo son un instrumento para privar a las personas de lo poco que tienen. Promesas tan parecidas a la política que sólo por eso resultan repulsivas: el cargamento de desencanto que llevan consigo resulta inmenso, casi infinito por inagotable.

Victoria AGUA se quedó allí, pensándose baluarte de un mundo nuevo: probablemente feliz en su pequeña esperanza de contribuir a una causa mayor, una burbuja. Yo me vine al anonimato inferior que tanto me complace y practico… en el que me regocijo a menudo, sobre todo zambulléndome en estas letras que vienen a hacer pírrica justicia en este mundillo tan necesitado de equilibrio.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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