1.  Invitación
   
1.2. Cualquier parecido con la coincidencia es pura realidad   002

 

 

Este libro quiere ser más que eso, porque no se resigna al mundo de las letras como único horizonte. De ahí que juegue a ser un jardín de senderos que se bifurcan: inaprehensibles, más allá de la materia. Va y viene, guiña tiempos, juega con imágenes… es un road-book.

Esto no es ciencia, ni siquiera social. Nadie venga aquí buscando datos objetivos, todo es ficción… aunque las presentes Malas memorias se basan, arrancan de una creencia generalizada entre mis desdoblamientos: los hechos humanos son esencialmente iguales si prescindimos de detalles menores como las cifras o los nombres.

Por eso los que aquí aparecen son meras excusas narrativas para caracterizar perfiles humanos y acontecimientos sociales: en este sentido, anónimos. Podrían tener cualquier otro nombre o desarrollarse en cualquier otro sitio, en cualquier otra fecha y serían esencialmente iguales.

Simplemente, la interpretación de la realidad (fealidad) ya es una ficción… ¿qué podría ser esta obra, doblemente ficticia puesto que es la interpretación de una ficción (mi imaginación)?

Uzbekistán es un país que encarna todo eso… aunque salvando las distancias, he pretendido traducirlo a una cultura más universal en este sentido, utópica. Uzbekistán está –incluso alfabéticamente– más allá de la utopía. Creedme si os digo que la metáfora alfabética viene pintiparada: se sitúa tras la utopía… pero más allá de Uzbekistán sólo queda la zurrapa.

Sin embargo esta obra se encuentra vestida con parámetros mejor comprensibles desde un paradigma más occidental. Está ambientado en una época de cambios y entusiasmos, de ilusión colectiva: algo que ya forma parte de una Historia que jamás regresará.

Por todo esto, cuanto se encuentra en estas Malas memorias es así: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Absolutamente cierto, indiscutible. Sólo que luego viene el fantasma del segundo Wittgenstein, con sus eternos juegos de palabras… y en ese territorio resbaladizo se escurre el lenguaje, se desliza la conciencia hasta llevarnos a la ciénaga de la duda. Después de todo acabaremos preguntándonos si cualquier parecido con la coincidencia no será pura realidad…

 

Cualquier…

con…

es pur@…

PARECIDO

la REALIDAD

COINCIDENCIA

PARECIDO

la COINCIDENCIA

REALIDAD

REALIDAD

la COINCIDENCIA

PARECIDO

REALIDAD

el PARECIDO

COINCIDENCIA

COINCIDENCIA

el PARECIDO

REALIDAD

COINCIDENCIA

la REALIDAD

PARECIDO

 

En fin, queda como deporte abierto esa posibilidad para los amantes del azar y las caprichosas estadísticas, siempre combinando posibilidades. Pero quede dicho clara y abiertamente: estas Malas memorias no son una crónica; utilizan el espacio y el tiempo como excusas. Allá quienes quieran buscar paralelismos en el llamado “mundo real”: no están en mi intención y por tanto no me considero responsable de semejantes cábalas… no las fomento, ni siquiera las potencio.

No hay un universo real que desentrañar tras estas letras. Simplemente han sido redactadas con una excusa espacio-temporal, pero se alejan de ella: no existe como tal más que en la calenturienta imaginación de lector@s enfermiz@s. No hay una clave. Nombres tópicos, poéticos… Encarnando universales fuerzas y conceptos: en realidad ésta es una obra de arquetipos que devienen personajes por una necesidad de economía lingüística. Pero en lugar de nombres podrían ser identificados fácilmente por el número de fragmento que acompaña a cada episodio, a cada cuento. La presente obra es nada más que una versión contemporánea de las mil y una noches, aunque con más luz: los mil y un días… por eso consta de mil capítulos y una pequeña introducción. Pero posee también la vocación de alterar la vigilia de quien la contemple; hasta lograr que la del lector@ sea la noche de los mil y un cuentos. Atrapar con la lectura los ojos del espectador@ logrando incluso romper el ritmo circadiano, trastocando dimensiones.

Pues por mi parte, viendo desfilar ante mí los recuerdos como en una pasarela[1] contemplo una dimensión diferente de la misma juventud, pero otrora ignota. No se mide en números, sino en arbitrio, cabezonería, principios…

Envidiable la fe… ¡quién la tuviera! Quiera o no quiera, me acuerdo de ella: aquella vida.


 

[1] ¡Qué elegantes!, como si no hubiera amargura en mi pasado.

 

 

 
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Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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