2. Las memorias como género literario: concepto, generalidades

   

2.2. Utilidad de las memorias

 

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¿Qué es la vida? Un desfile, una sucesión de arquetipos que con el tiempo devienen tipos. Concretan una existencia tan amplia[1] hasta ponerle nombres y fechas, anclándonos a lo concreto: con eso vamos dejando de ser absolutos hasta recalar en lo peregrino, que nos trae la muerte de la mano con nuestra complaciente sonrisa, satisfecha por tener razón al fin.

A veces me gustaría que todo ser humano fuera como el cristal: liso y transparente. Imagino ese mundo ideal pero concluyo que debe ser sólo un modelo para buscar, nunca concluido, una utopía. La razón es bien sencilla: un ser humano así, con semejante característica ¡sería tan aburrido! Precisamente por eso nacen estas Malas memorias: para disfrutar la variedad, los distintos niveles comunicativos que anidan en cada persona.

La principal finalidad de esta obra no es científica, sino lúdica. Aprovechando que para decir lo que quiero, ya tengo lenguaje. Obviamente, para decir lo que no quiero, cualquier lenguaje me sobra.

¿Qué son los grandes artistas clásicos, sino aquellos amigos que murieron antes de que naciéramos nosotros? Espíritus afines dispersados en la vorágine de siglos y devenires inciertos. Mentes gracias a las cuales nos rastreamos y nos descubrimos entre los pliegues del tiempo. Pero negados para nuestro trato, imposibles desde el presente y sin embargo ¡tan nuestros, tan comprensivos! A ellos recurrimos buscando pistas, arañando consejos que nos permitan mejorar, hacer frente a nuestra vida cotidiana, tan importante y tan nada.

Tenemos infinitos amigos así repartidos, generosa y aleatoriamente por los siglos. Aunque los tuviéramos al lado, seguirían siendo igual de ajenos… porque han elegido despersonalizarse, ser sus obras más que su persona. Puede que tan cercanos no les reconociéramos. Por eso resulta imprescindible el disfraz de mortal: por nosotros y por ellos.

Amistades inconcretas, sí, pero quizá por eso precisamente superiores, no ancladas al espaciotiempo. Amistades impersonales, más allá del cuerpo. Quizás reencarnaciones de ideas que toman forma de persona.

Aquí no anida nostalgia ni enmienda. Si hay algo que indiscutiblemente nos enseña la vida es que hay tanto tiempo perdido pensando en el tiempo que se pierde al pensar en el tiempo perdido

Semejante bucle, mortificante, insulso e irresoluble, salta por los aires gracias al juego. Puesto que en lo referente al ser humano existe una gran maldición, que es intentar acordarse de las cosas y no conseguirlo… propongo como conjuro el amargo episodio que vivió Dámaso Alonso por culpa de su Alzheimer. En cierta ocasión le dijo a la compañera de su vida: “Sé que te he querido mucho, pero no sé quién eres”. La inefable belleza de la escena me servirá de talismán contra la pérdida de la memoria, del pasado, de los sueños, del amor. Recordarlo será mi supervivencia.

Pero ahora lo dudo: no sé si fue Dámaso Alonso, no estoy seguro de recordarlo adecuadamente.

Sin embargo, coincidiréis conmigo en que no tiene mérito alguno acordarse de una noche inolvidable. Más bien es necesario buscar los detalles secundarios, la ambientación, el hilo conductor que permitió que esta noche llegara a suceder. Buscar una memoria tan llena como la luna. Aunque la realidad objetiva esté lejos, porque tras lo poético resulta prescindible lo científico. Es mucho peor no saber cómo ha sido el pasado que desconocer cómo será el futuro. Es infinitamente peor el engaño que la incertidumbre.

Como todo el mundo, a veces medito fríamente: y reflexiono si durante toda mi vida no habré sido un fingidor[2] y he transcurrido y discurrido entre infinitas realidades sin mojarme; la prueba es que estoy seco. Pienso en mis capacidades como actor, en el balance del conjunto… me invade una serenidad que me permite juzgar con tino, pero que también me inunda de desasosiego. ¿Será que no he vivido lo suficiente o que lo he hecho de manera poco intensa?

Hay quien dice que escribir unas memorias es estar acabado… pero estar acabado ¿no es estar empezando de nuevo? Cambiar de dimensión redefine la realidad, la rehace por deshecha.

Quien no sabe qué significa estar acabado se condena a la planicie de su cabeza, elige esa cómoda condena que encadena. Transitar así por el propio pensamiento, evocando el pasado, le convierte a uno en el duque del recuerdo: cabalga sin fin sobre el territorio de su memoria. Es la figura que está en las antípodas de ese otro arcano, tan simple como inmediato, efímero y que se agota en sí mismo: el hombre que murió cagándo(la).

Escribir memorias es beber cerveza con los amigos ausentes, salir de copas dentro de casa, ver tres lunas parecería que la existencia fuera una barrica en la que vivimos y nos abundamos como lo hace un vino excepcional. La alternativa es: envejecer o madurar. Elegir entre ambas tareas nos define personalmente. También habrá quien se torne rancio o quien fermente… no resultan relevantes estas posibilidades, pues ahora nos ocupa mejorar ante uno mismo, libar el pasado.

Aunque tienen vida propia, son gentes que modifico a mi antojo. Son personajes, recuerdos incontrolables. ¡Qué curioso! Han dejado de ser recuerdos para convertirse en parte de mis Malas memorias.

¡Qué lejos aquellos tiempos! Entonces los vivía, ahora creo comprenderlos. Quizá la madurez sea eso: dejarse llevar por la juventud cuando toca, para después analizar su poso. Sin esto último, sería consumirse sin arder, sin consumarse. La juventud por sí sola carece de sentido sin un balance. Pero no pueden buscarse conclusiones en la Nada, por esto también al revés: la madurez por sí sola carece de sentido sin una base.

Recordar es revivir, evocar: pero no es volver. Volver tiene siempre algo de derrota, como en el tango. La imposibilidad de repetir lo ocurrido, lejos de su inconveniente, nos sirve para mejorar. Proyectarnos hacia el futuro sabiendo lo irrepetible del presente, no es un lastre sino todo lo contrario: un trampolín.

Es el sabor absoluto del presente. Intenta captar a fondo este instante, el ahora: a partir de mañana, será eterno en tu memoria.


 

[1] Casi infinita.

[2] Como el poeta de Pessoa.

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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