MAPAMUDO

 

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Un gesto agrio, como de asco, era la carta de presentación de MAPAMUDO. Además parecía que caminaba por encima del resto de los mortales con un deje despectivo y elitista. Vivía como haciéndole un favor al entorno. Pero no todo era negativo. Gracias a MAPAMUDO aprendí un tópico: la muletilla “en el sentido de que”. Repetía a todas horas esa canción con cualquier excusa.

En sus manos el conocimiento era un tostón. Si era verdad lo que se decía por ahí de sus asuntos amorosos, resultaba la pareja perfecta para GAMOSO. Los dos juntitos de la mano en el mundo de la especulación metafísica… se podían haber ido a tomar por culo.

Lo más humano que se le conoció en público a MAPAMUDO fue el perrito que se trajo a la excursión de Antropología por La ruta de Tales. Eugenio LEJÍA y yo le llamábamos “el caniche filosófico”[1]. Ante nuestra vista, MAPAMUDO torturó a la pobre bestia entre infames andurriales. Ocurrencias de pija, sin duda, por muy catedrática que haya llegado a ser.

MAPAMUDO tenía la extraña habilidad de convertir la Filosofía en algo árido. Sabía desmotivar a quienes, como nosotros, anhelaban zambullirse en el saber. Desde su atalaya MAPAMUDO dejaba bien clara su postura elitista: “La sabiduría no es para cualquiera, sólo para quienes son capaces de resistir la inacabable travesía por un desierto mental”. Parecía suscribirlo con cada gesto y en todo momento.

Ella tenía la misión de torturar a cualquiera que osara acercarse al mundo de la filosofía. Desde su punto de vista, la filosofía sólo puede ser una recompensa tras el cilicio. ¿Qué sería del saber si estuviera al alcance de cualquiera? Desde el punto de vista de MAPAMUDO, una debacle.




[1] Kant + Nietzsche.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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