Carmen
Patatera   Namangan ´85 ´93 772
             

 

Una sonrisilla inocente era su carta de presentación, su puesta en escena ante el público en general. Con una especie de inocencia aldeana, ciertamente peligrosa para la propia Carmen Patatera: para las malas personas resultaba sin duda un reto aprovecharse de aquella cara tan cercana a la prosopopeya de la virginidad; probablemente en todos los sentidos, aunque esto con Carmen Patatera resultaba lo de menos. Era así porque se había colocado fuera de la circulación, no sé si deliberadamente…

Empezaré por el principio, para no enrevesar los datos. Carmen Patatera era una compañera de la Facultad de Filosofía; pertenecía a mi promoción, lo que significaba que desde el principio de la carrera compartió conmigo experiencias académicas de lo más variopinto.

Una de ellas fue prepararnos a conciencia aquella asignatura hueso de Primero que era la Lógica formal; para ello contamos con la ventaja de estudiar en grupo bajo la supervisión del gran JR, un chaval que procedía de Exactas y resultó ser la llave maestra (nunca mejor dicho) para acceder a aquella puerta que tenía fama de negarse a las mentes que aspiraban a ser licenciadamente filosóficas.

Probablemente fue durante una de aquellas sesiones maratonianas de pensamiento en ebullición cuando surgió en Carmen Patatera una admiración hacia JR que pronto se trocó en enamoramiento sin ningún tipo de secreto. Era de dominio público para la clase, con lo que esto significaba de que Carmen Patatera abandonara la condición de chica posible/probable como pretendida para cualquier inquieto donjuanillo, cual era mi caso… mi aspiración irredenta.

Así que Carmen Patatera estaba tachada de mi lista, pero esto no la convertía en pareja de JR ¡ni mucho menos!, porque él también declaraba abiertamente su condición: en este caso de célibe, al estar metido en el engranaje de la Iglesia con todas las consecuencias, pues en breve tenía previsto adquirir los hábitos y cantar misa. En otras palabras, lo de Carmen Patatera y JR era un amor imposible por definición, pues a las intenciones de Carmen Patatera de formar una pareja y probablemente una familia, se contraponían las de JR de ser impermeable a cualquier deseo carnal.

Ésta era la dinámica de aquella pareja imposible que todos aceptábamos y respetábamos ¡por supuesto! Algo tan natural e inevitable como un terremoto o cualquier desgracia de semejante índole. Así iban transcurriendo los tiempos vitales y académicos, entre risas y resignaciones de todo tipo para el conjunto de l@s implicad@s. Carmen Patatera algunas veces traía productos típicos de su tierra y de ahí le quedó el apodo.

Creo que cursábamos 2º cuando un día, de improviso, murió su padre; esto le supuso un cambio radical de la vida, claro, pero con el tiempo consiguió terminar la carrera a pesar de todas las dificultades derivadas de la desgracia.

Aquella temporada yo estaba infinitamente afectado por las convenciones sociales, que me repateaban sobremanera… por eso no encontré mejor forma de darle el pésame que por escrito, con su comprensión. Esto, junto con algunos apuntes de Estética que compartimos, fue el territorio común entre Carmen Patatera y yo… poca cosa, habida cuenta de los universos entre los que nos movíamos cada día: el mundo de la filosofía, ni más ni menos.

Cuando terminó de estudiar Filosofía, Carmen Patatera se retiró a los cuarteles de invierno: acabó impartiendo clases de Secundaria en su tierra, gracias a unas oposiciones.

Lo que se dice una vida normal, que probablemente jamás habría podido tener si no hubiera sido gracias a su personalidad comedida y estudiosa; también porque aquel amor que pretendía se le negó… creo que de forma total y siempre, sin medias tintas ni escarceos. Aunque a mí tampoco me importa el asunto más que como una forma de curiosidad antropológica.

 

 

Sonido

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