Mari Cruz

Ref. Seco Moco

 

´83

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No tengo ni idea de si aquella sonrisa de medio lado, torcida y algo fea que a veces dejaba entrever unos dientes llamativos por descolocados, era estudiada o espontánea. Pero es algo que tampoco me inquieta en lo más mínimo, sólo que la recuerdo involuntariamente asociada a Mari Cruz Ref. Seco Moco, aquella pobre chica digna de lástima: al menos a mí me lo parecía así, desamparada ante las garras de aquel energúmeno con apariencia humana que se llamaba Seco Moco, del que aprendí muchas cosas, sin duda… pero no porque me las enseñara voluntariamente, como tampoco por tratarse de un modelo a imitar que rezumara sabiduría sin saberlo.

Aprendí a hacer muchas cosas que él hacía o ejercía con naturalidad; también a hacer algunas de las que hacía él… pero de manera opuesta. Por ejemplo, a tratar a una chica; él lo hacía con Mari Cruz Ref. Seco Moco con un deje de superioridad machista que ella le permitía o le toleraba a pesar de dejarla en una posición ciertamente indeseable para cualquiera. Algo que yo jamás haría.

El cuadro me resultaba ciertamente tan penoso como aleccionador: nos encontrábamos en Los triciclos Seco Moco y yo nos conocíamos desde hacía bien poco. Era el año ’83, yo no llegaba a los 19 años y quedamos con Mari Cruz Ref. Seco Moco para tomarnos una cerveza; a la sazón era uno de sus ligues. Allí estábamos, charlando entre cervezas y comiendo cacahuetes mientras intercambiábamos ideas e impresiones sobre la noche. Con esa excusa tan universal, Seco Moco aprovechaba para dejar clara su posición dominante con respecto a ella, que al parecer tenía el mérito de dejarse follar por aquel individuo.

Con semejante excusa, él pretendía jactarse ante mí de saber tratar a las mujeres… mal, evidentemente; pero a Seco Moco aquello le parecía digno de exhibición. Pues alguna broma, de las que llevan las letras gordas, aprovechando su indiscutible capacidad oratoria y demagógica: éste era todo el mérito de Seco Moco. Mari Cruz Ref. Seco Moco comía cacahuetes con ironía, si es que puede conseguirse esto sin pronunciar palabra… su solo gesto era más elocuente que cualquier discurso improvisado y vacío. Mari Cruz Ref. Seco Moco no parecía carecer de inteligencia, pero creo que el reparto de papeles entre ellos dos había quedado así: amo y esclava, si queremos reducirlo al esquema de poder BDSM. Muy foucaultiano todo, sin duda.

Aquella fue una de las pocas veces que pude contemplar la voluntaria forma de dejarse humillar de Mari Cruz Ref. Seco Moco, aunque entre líneas también dejara entrever otra Mari Cruz Ref. Seco Moco, no sé… con más personalidad. Una victoria pírrica ante aquella apisonadora, ante la que ella cedía al parecer en otras faenas más íntimas.

Quizá el asunto fuera tan sencillo como que a ella le gustaba cómo se la follaba Seco Moco y por eso transigía. No lo sé, también puede que en mi presencia sólo pretendiera dejarle hacer, para que él se mostrara tal cual era, sin disfraz social. En cualquier caso a mí contemplar aquella relación me sirvió como referencia por oposición: no ya referida a una pareja, con sus secretos y sus trucos individualizados e irrepetibles, sino como un intercambio humano de experiencias.

Aprendí un poco cómo no me gustaría jamás tratar a alguien; pero también cómo no querría que me tratara nadie. En definitiva, aquel cursillo intensivo que me impartieron Mari Cruz Ref. Seco Moco y el elemento que la acompañaba cada vez que la vi, fue una buena lección: probablemente no pueda llegar a agradecerles lo suficiente el sacrificio que les debió de suponer ponerme en antecedentes de cómo puede, en el extremo, llegar a comportarse el ser humano. Aunque puede que no fuera sacrificio alguno por su parte, sino algo más lúdico; enseñando a un crío la vida que le espera.

 

 

Sonido

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