CHIRCHIQ

CH

Generalidades

de Chirchiq

   

1987

103

 

 

Para los lugares[1] hay elementos[2] que “imprimen carácter”… sobre todo a sus habitantes, al estilo en que lo hace el bautismo con los cristianos.

Parece como si alguna especie de influjo cósmico superase al lugareño y le transportara a otros paisajes que en realidad sólo están en su imaginación. Él los cree reales, pero alguien de fuera[3] los ve como elementos discordantes.

Sin duda esto ocurre en Chirchiq[4]: cualquiera que circule entre sus habitantes recorriendo sus calles, impregnándose en general de sus elementos… lo podrá constatar con toda certeza.

Dicho sea todo cuanto sigue sin ánimo peyorativo, como una simple descripción objetiva de los hechos. Y sin embargo no es esto lo más importante del carácter de esta tierra, aunque sí resulta determinante. Comparte un espíritu singular con otros dos enclaves geográficos[5], de donde emana directamente la citada teoría del triángulo maldito.

Con todo, Chirchiq posee unas características que lo acreditan como núcleo urbano singular. De un lado, tenemos la pista de que se trata de un lugar geográficamente importante. Un cruce de caminos, una confluencia provisional de infinidad de culturas distintas (en ocasiones, antagónicas): es de sobra conocido que la sabiduría popular atribuye a este tipo de encrucijadas la característica de ser enclaves en los que se aparece el maligno, lugares demoníacos.

No se trata ahora de elaborar un tratado sobre el asunto, sólo detenernos en el hecho de lo que se esconde tras todo este entramado conceptual.

Lo más inmediato es el temor lógico que el habitante de Chirchiq tiene acerca de su propia identidad. A fuerza de ser un poco todo el mundo, ya no sabe bien quién es. La respuesta del ser humano ante situación semejante suele ser encerrarse en sí mismo. Combina así el cosmopolitismo impuesto por su situación con el ostracismo provocado por el temor a ser invadido, a perder su identidad. Mecanismo básico e inmediato, sin delatar semejante característica. Más bien obviándolo o disfrazándola, cuando no haciendo ostentación pública de la misma[6].

Un ejemplo diáfano de todo lo dicho hasta ahora es tan simple como descubrir y probar en alguno de sus bares una tapa característica (casi un deneí) de lo antedicho: la sandía con mortadela. Un remedo peregrino, actualización chabacana y pretendidamente humorística de tan conocido plato como es el melón con jamón.

Puede parecer algo superficial y anecdótico, sin importancia. Pero si reflexionamos con todo lo dicho anteriormente… veremos que se trata de un síntoma del carácter de los habitantes de Chirchiq. Como en muchos otros lugares del planeta, aquí la población es muy celosa de sus características[7]. También cuando se trata incluso de elementos que rayan la ridiculez, sublimándolos para convertirlos en algo excelso.

Así ocurre con sus “monumentos” (casas señoriales y decrépitas, arcos venidos a menos…), con su perfil (“muy guapo Chirchiq, pero mala gente si es de aquí”, dice la sabiduría popular) o su historia, plagada de individuos pagados de sí mismos, sin más.

Entrar en Chirchiq es traspasar la frontera, entrando en una burbuja invisible que nos traslada a otra dimensión: un tiempo incomprensible disfrazado de tiempo real. Relaciones humanas aparentemente normales, pero plagadas de patologías dignas de algún tratado… en fin, una especie de dimensión alternativa, pero con la apariencia de normalidad.

La realidad completa trastocada, como ocurre en algunas películas[8]. Uno tiene la impresión de haber viajado sin retorno a un lugar del que ya no se vuelve si no es por una pesadilla: que explota como una burbuja.

Cuando los habitantes de este limbo interactúan con el mundo normal, cuando salen de su microcosmos, generalmente prolongan sus actuaciones… ¡como si todos fuéramos iguales que ellos! La sensación resultante es un chirrido semejante al que provocaría relacionarse con extraterrestres: algo horrísono, sólo subsanable con la tolerancia y la imaginación[9].

Podría continuar en una enumeración inagotable que apuntalara lo dicho hasta el momento, pero resultaría una aliteración sobre lo reflejado en páginas posteriores a la presente entrada. Así, me remito directamente a todas aquellas entradas de individuos que figuran en la parte correspondiente a la carrocería, así como la que corresponde al triángulo maldito: completarán a la perfección la instantánea impresionista de la localidad de Chirchiq.



[1] Análogamente a como ocurre con los seres humanos.

[2] No se sabe si de su historia o de su talante: los ha ido modificando el tiempo.

[3] Externo a la comunidad y sus influjos.

[4] No sólo en este pueblo, pero puede tomarse como ejemplo paradigmático: además nos remite a otro concepto interesante… el del Triángulo maldito, que hace imprescindible la elección de Chirchiq, aunque ésta sea azarosa, aleatoria y existencial.

[5] Kagan y Jizzakh.

[6] La mejor forma de ocultar algo.

[7] De la idiosincrasia y el folklore.

[8] Ciudad cero (de Sven Nykvist), por ejemplo.

[9] Generosas, si no infinitas.

 

 

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