ZARAFSHON

ZA - 1.

Generalidades

de  Zarafshon

1993

119 

 

 

 

Aunque muchas veces recogen hábilmente la esencia de un talante o de un carácter, los tópicos no dejan de ser juicios previos que se elaboran o predican de individuos o comunidades: prejuicios.

De ahí que resulte fácil dejarse llevar por las corrientes al uso a la hora de elaborar teorías acerca de la comunidad de la zona y más concretamente de la que se restringe a Zarafshon: sobre todo teniendo en cuenta la inmensa bibliografía que hay al respecto.

Hay mucho de cierto en todo ese universo que gira alrededor de su carácter maño. También en el Gernika dominan el blanco, el gris y el negro… aunque nadie utilice este hecho para reducir el cuadro a sus colores.

El rasgo principal del oriundo de Zarafshon, según mi experiencia, viene determinado por la franqueza: si esto es algo positivo o negativo… resulta una valoración que escapa a mi criterio, siempre relativa y subjetiva.

El de Zarafshon no se esconde porque no quiere hacerlo, considera que la actitud diáfana es más auténtica e inmediata que cualquier disfraz o convención social. Quizás esto sea una consecuencia directa del carácter filantrópico[1] que late tras una idea de bondad universal: ciertamente típica de comunidades pequeñas, basadas en la confianza mutua y el bien común. Alejadas por tanto de la realidad actual, tan compleja como enrevesada y que se acerca más al concepto hobbesiano del “homo homini lupus” que al popular “to er mundo e güeno”.

En general un oriundo de Zarafshon sólo actúa de mala fe como respuesta a una actitud hostil, porque en la base de su cotidianidad no cabe estar a la defensiva. Más bien resulta un individuo generoso y que basa su talante en el posicionamiento sincero ante cualquier cuestión[2].

De ahí su mala fama, porque quien se planta ante el mundo a pecho descubierto suele ser alguien socialmente reprobado. Téngase en cuenta que cuando uno llega a esta posición, lo consecuente es que defienda su postura hasta las últimas consecuencias: de ahí la fama de tozudez que acompaña a los de Zarafshon.

Defender la propia postura desde una perspectiva diáfana resulta algo natural para quien se ha educado y vivido entre iguales. Pero adolece de infinitas carencias fuera ese de contexto, al menos contemplado por quien procede de otras latitudes culturales. Por lo general[3] suelen utilizarse infinidad de subterfugios, recovecos y tácticas para enrevesar lo simple. Hay quien dice que esto es lo propio del ser humano… la complejidad. Pero ¿qué ocurre entonces, que los de Zarafshon no son humanos?

Parece obvio que no es ahí donde reside el atributo de la humanidad. Sensu contrario, también podría decirse al revés… lo que nos da una idea aproximada de lo absurdo de la argumentación.

Hay algo que resulta obvio. Si pretendemos la cercanía con cualquier individuo de perfil de Zarafshon, debemos ir hacia él de manera directa, sincera y sin tapujos. De otra forma, habitaremos universos que pueden solaparse, interseccionarse o proyectarse uno sobre el otro, pero nunca coincidir. A lo más que puede llevarnos ese despropósito es a habitar universos paralelos que comparten una misma realidad material, pero se encontrarán alejados años-luz en el ámbito espiritual.

Quien haya convivido en Zarafshon y después haya cambiado de horizonte (o al revés) tiene elementos de juicio para apreciar la certeza de lo dicho. Toda esta información puede ser utilizada como paradigma interpretativo que nos acerque a la Historia más o menos reciente de Zarafshon y su geografía[4]. Puede rastrearse todo lo antedicho en la capital como núcleo duro y urbano… como también queda la posibilidad de buscar elementos accesorios más o menos atenuados en sus paisajes rurales.

Cualquier negociación o convivencia que contenga o ataña a Zarafshon, si pretende tener éxito, debe tener en cuenta todo lo anterior. Que a uno le guste más o menos este carácter, dependerá sobre todo de uno mismo. Es lo que hay: por supuesto contiene factores positivos y negativos… combinarlos de manera adecuada y armónica es una mera cuestión de habilidades sociales.

En todo caso, el carácter de Zarafshon posibilita conocerse uno a sí mismo (o descubrirse) a través del o gracias al trato cotidiano y constante. Si uno no encuentra puntos en común a partir de los que construir puentes enriquecedores con los oriundos de Zarafshon, resulta más que conveniente para ambas partes abandonar el intento: sólo llevará hacia desencuentros cada vez más intensos, que llevados al extremo pueden llegar a terminar de forma trágica.

No se me malinterprete: si el Universo entero fuera Zarafshon, probablemente sería mejor de lo que es actualmente… pero también más aburrido. Este mundo tiene su lugar en el conjunto, está bien que así sea porque de él podemos sacar conclusiones que nos sirvan de aprendizaje. Tanto su expansión incontrolada como su desaparición serían perniciosas: ¿quiere esto decir que está bien tal cual está ahora? Puede ser.

Aunque más bien parece que significa que posee una evolución adecuada, independientemente de cuál sea su futuro. El mundo tiene mucho que aprender de Zarafshon, sin duda. Pero debe ser algo recíproco y mutuo, porque Zarafshon está plagado de carencias[5] que se ven compensadas por una actitud adecuada y receptiva: desde la óptica de un oriundo de la zona.



[1] Y por tanto irreal, por desgracia.

[2]Por tanto espera equivalencia en las otras partes implicadas.

[3] Tanto social como psicológicamente.

[4] Tanto la física como la humana.

[5] Subsanables, por supuesto.

 

 

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