Manolo |
Albañil |
´91 |
899 |
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A este hombre, la somatización de los problemas lo mínimo que le habrá traído con el tiempo habrá sido una úlcera de estómago. No es que yo sea especialista en Medicina de ningún tipo, como tampoco previsor de futuros inciertos: pero algunas cosas salen de ojo y resultan evidentes para cualquier profano en la materia. Lo de Manolo Albañil era una contradicción evidente, algo que lleva consigo una cantidad de bilis circulando constantemente por el cuerpo, que resulta incompatible con una vida equilibrada.
Manolo Albañil tenía vocación de poeta, profesaba militancia obrera y ejercía una profesión ínfima. Triangular estas tres características de manera pacífica haciéndolas coincidir en la misma vida parece poco menos que un milagro, una muestra de equilibrio precario; a esto hay que sumar que su vocación literaria carecía de formación académica, también que su militancia obrera era de carácter marxista… con lo que esto conlleva de pelea constante e implícita… por último el hecho de ser peón de albañil en poco o nada ayudaba a potenciar alguna de sus otras facetas.
He olvidado el motivo por el que Manolo Albañil había abandonado tempranamente los estudios, si por una decisión precipitada de adolescente o por obligaciones familiares. En todo caso, cuando yo le conocí creo que estaba intentando poner remedio al asunto estudiando para graduarse aunque fuera en estudios básicos y durante horario nocturno; fuera ya del calendario que le correspondía por edad.
Debió de ser allá por el ’90 cuando me habló de Manolo Albañil nuestro común amigo Manuel Alejandro Marxista insomne, a quien le pareció interesante que llegáramos a conocernos ambos, por compartir aficiones poéticas: ellos dos se conocían entre sí por cuestiones de cercanía en su militancia obrera y vinimos a coincidir de rebote, pues yo de aquel mundo no participaba ni por soñación.
No recuerdo si era la primera o la segunda vez que nos veíamos Manolo Albañil y yo, pero en todo caso en esta ocasión se trataba de departir amigablemente sobre cuestiones poéticas compartiendo un rato de charla con una cerveza en la mano. En algún momento que se le hurta a mi memoria debió de empezar a torcerse la cosa… probablemente algún comentario fuera de tono que salió de mi boca fuera el detonante; pero sin mayor importancia ni intencionalidad, eso seguro. Imagino que el carácter de Manolo Albañil puso el resto para ir in crescendo durante el resto de la noche, aunque de manera comedida o reprimida por parte de Manolo Albañil: no tengo conciencia de haber hurgado deliberadamente en la herida.
La chispa que hizo explotar la dinamita fue algún comentario jocoso y lúdico por mi parte, que aderecé con una improvisación metafórica que no recuerdo exactamente, en la que rimaba algo sobre un cajón con los obreros de la construcción. Nada especialmente ingenioso; una rima fácil, como se puede comprobar.
Pero Manolo Albañil se sintió atacado en la fibra sensible, hasta el punto que Manuel Alejandro Marxista insomne tuvo que intervenir para que no me partiera la cara allí mismo; estábamos tomando los tres una cerveza en la barra de El enfermo imaginario y Manolo Albañil se puso hecho un basilisco. Por suerte nuestro acompañante logró sacarle del bar y ambos se marcharon para evitar la pelea.
No he vuelto a ver jamás a Manolo Albañil, pero imagino el contenido de su cabeza en aquel momento: viendo en mí al niñato que no sabe lo que significa trabajar, con una vida fácil, sin compromiso político ni respeto por quien trabaja y lo tiene… que además utiliza su ingenio para denostar a las pobres gentes con peor suerte que él. Algo de cierto había en todo ello, pero carecía de mala intención y ensañamiento. Claro que Manolo Albañil, desde su frustración y envidia por mi situación, lo reconduciría emocionalmente hacia un odio que yo no creo merecer…
A día de hoy aún tampoco lo creo. Se trataba simplemente de que nuestros estilos eran muy distintos, pero no por eso hay que llegar a las manos, me parece… Sólo son variantes, se trata únicamente de maneras diferentes de jugar con las metáforas.